Revista Talentos

Se avecina una nueva época de desenfreno sexual

Publicado el 04 noviembre 2022 por María José Luque Fernández @sonrisasdecamaleo

Érase una vez una época en la que ya existía la píldora anticonceptiva y todavía no había hecho su aparición el sida. Fueron años de sexo libre y sin miedo. En España, en concreto, fueron tres, pues la píldora se legalizó para la comercialización en 1978 y el sida, oficialmente, fue acuñado en 1981. En Estados Unidos, que fue más rápido para implantar la píldora, el furor duró casi quince años.

Todos los que nacimos en los años 80 tuvimos esa difícil conversación sobre la primera relación sexual con unos padres ruborizados y en ella la palabra que más se repitió fue “condón”. Los más cabales lo usamos sin plantearnos mucho más. Los menos, no lo usan tanto como deberían y así van las cifras de expansión del virus del VIH en plena era de la información.

Pues bien, desde hace tres años la píldora preventiva del contagio del VIH está en el mercado con la aprobación de las autoridades sanitarias estadounidenses y parece que su uso puede llegar a hacerse tan popular como la píldora anticonceptiva. ¿Cambia esto la sexualidad de toda una generación? ¿Vuelven los setenta?

El debate está en el aire y, tristemente, más allá de los resultados de laboratorio y las prudencias lógicas, que no estamos hablando de combatir una simple gripe, la moral y los prejuicios vuelven a subirse al estrado.

Hablemos del PrEP: el tratamiento retroviral para ANTES de la exposición al VIH. Primero (desde hace ya diez años) se usaba para los ya infectados, pero un día descubrieron que también sirve como prevención. Una pastilla “mágica” para tomar una vez el día y que te protege en un 90 % del contagio (99 % en el sexo anal por una cuestión de flujos vaginales en la que no vamos a entrar). Vamos, como la píldora anticonceptiva pero para el VIH.

Datos curiosos: en Estados Unidos, meca de la de pauperización de la atención sanitaria, muchos estados la ofrecen en modo copago y casi todos los seguros médicos privados la incluyen en su cuadro de cobertura. Al menos para la población en riesgo que (flashback a los 70), son los homosexuales, las prostitutas, los negros y los drogadictos. En Brasil y Sudáfrica también han aprobado su uso. En Europa no acaban de atreverse a dar el apoyo definitivo. Los efectos secundarios apuntan a los riñones y, sin apoyo institucional, el tratamiento es carísimo. Aquí puedes ver en qué punto está la cuestión, con cifras más conservadoras, y además de que se les ha colado el link a un vídeo porno de un trío interracial en el tercer párrafo.

Por fin, hace un mes, Francia dio el paso y la ministra de Sanidad, Marisol Touraine, decidió tomar la medida “dado el nivel de eficiencia del tratamiento, que ha sido reconocidos por todos los científicos nacionales e internacionales expertos en la batalla contra el VIH y el sida”, dijo.

Ahora mismo, en el metro de Nueva York, avasallan los anuncios de las autoridades que llaman a su uso, combinado con el preservativo, como la barrera más efectiva para el VIH, que se cebó con la ciudad en los 80 y 90. Aseguran que protegiéndose doblemente, esta podría desaparecer en una generación.

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Pero lo cierto es que muchos de los que toman PrEP lo hacen con el objetivo de volver a disfrutar del sexo sin preservativo. En las aplicaciones de contactos entre homosexuales, la categoría “PrEP” es casi una categoría equivalente a activo o pasivo, la estatura o el tamaño del pene. Y entre los heterosexuales comienza a calar poco a poco, aunque las mujeres que toman la píldora tienen que añadir otro combo químico a su organismo.

En cualquier caso, ante un avance médico de semejantes características:¿por qué está tardando tanto en implantarse en el resto del mundo? ¿Por qué tantas reticencias?

Primero, las leyes del mercado. En Estados Unidos distribuye la pastilla bajo el nombre de Truvada el laboratorio Gilead. Existe una versión genérica producida por el laboratorio indio Cipla que se ha llevado al tercer mundo, donde farmacia y función social (a veces, no cuando experimentan) todavía pueden llegar a cogerse de la mano.

Luego vienen las leyes de la moral: el Satanás de los setenta puede volver a desgraciar núcleos familiares, la gente podrá tener todo el sexo que quiera sin límites (¿Cuál es el problema?) y hasta se habla de las “Truvada whores” (las putas de Truvada). Tuvo que salir un estudio que demostraba que el consumo de este fármaco no fomentaba la promiscuidad. Como respuesta, hay un hombre por Estados Unidos llamado Damon Jacobs contando su redescubrimiento del sexo sin miedo con unas charlas tituladas “P.r.E.P.arados para el P.L.A.C.E.R.” muy al estilo Tom Cruise en ‘Magnolia’.

¿Qué harías tú? ¿Necesitas una protección física para sentir que tu sexo es seguro? ¿Te da pereza tomar una pastilla el resto de tu vida y prefieres el método desechable del condón? Es lógico el miedo a que se descubran fallos o nuevos efectos secundarios, amén de que su consumo todavía requiere un control médico para ver que los efectos secundarios no se desmadran, lo cual es ya más incómodo, aunque sí que fomenta también el control de otras enfermedades de transmisión sexual –gonorrea, clamidia y sífilis– de las que el PrEP no protege. Pero parece claro que, si no ha llegado ya, la época del sexo seguro sin látex está cada vez más cerca.  Y cabe preguntarse, ¿por qué tanto miedo al sexo sin miedo?


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