Revista Diario

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

Publicado el 29 mayo 2022 por Elcopoylarueca

SEÑALES DEL OESTE

«Sólo sé de los versos, y me basta.»

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

Hace unos días el poeta grancanario Aquiles García Brito (1959) me regaló Señales del oeste, libro que despertó mi curiosidad y me animó a leerlo; pues es la primera vez que se traduce al español la obra poética del portugués, nacido en las Azores, Pedro da Silveira (1922-2003).

La antología agrupa en siete secciones versos que hablan de embarcaciones y mares, de flores y de plantas, de cielos azules, de viajes imaginados, de islas y de impresiones personales. Versos que, sin embargo, rezuman una tristeza que avanza a la par de los años de quien los piensa y escribe. La melancolía, que en los poemas iniciales suele presentarse vestida de ironía, prontamente va perdiendo el tono burlón, que disimula, hasta convertirse en una náufraga lidiando con las ausencias. 

Pedro da Silveira nació en un lugar de nombre bonito, un sitio llamado Isla de Flores. Fue, además de poeta, bibliotecario, traductor, articulista, etnólogo e historiador.

He pedido prestado a Señales del oeste, libro editado por el Gobierno de Canarias en su colección Biblioteca Atlántica, cinco poemas que ilustro con cuadros del pintor surrealista, y también poeta, António Dacosta (1914-1990), otro nativo de las Azores. 

La libertad, los sueños, la pérdida, la identidad y la vejez son temas que se muestran en Señales del oeste.

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

POEMAS 

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

Melancolía, óleo sobre lienzo, 1944.

VACÍO

A Alberto Machado de la Rosa

El día comenzó lleno de sol,
ahora empezó la lluvia.
Tras su vidriera,
indiferente, un gato
duerme todo extendido.
De la carpintería ahí abajo
sube el sonido intermitente
de un martillo clavando
cualquier mueble que el maestro
tal vez quiere acabar hoy.

Dejo el libro que leía
y de nuevo miro a la calle
por la que nadie pasa.
Por encima del muro de un patio
las hojas de una morera
tiemblan lentas, goteando.
El martillo ya se calló.
El gato comienza a estirarse.

Ahora hay una música frágil,
tal vez de flauta de caña,
como filtrada por la lluvia
que ya serena.

Me levanto de la silla donde leía,
me pongo el abrigo y camino
directo a la puerta de la calle.
Hasta la plaza, o en el café,
encontraré un amigo
para la conversación de esta tarde.

De Primera voz (1942-1946)

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

Dos limones en vacaciones, óleo sobre lienzo, 1983.

ÚLTIMA VOLUNTAD

Me duermo todas las noches
con un barullo de pleamares en los oídos.
Traigo desde la cuna esta nana,
y ni siquiera distingo si es del mar
o si guardé su música en mí,
suave como la brisa de las mañanas en octubre,
o dura, punzante como el insomnio
de esperar, y no esperar cosa alguna.

¡Mar!
Devuélveme tu presencia viril
enciérrame otra vez, y para siempre,
en el abrazo puro de tus aguas.
Y canta, adorméceme,
cuéntame historias de mi abuelo ballenero,
háblame sobre el viaje de mi padre
cuando una barca lo llevó, de niño,
hasta un puerto al otro lado del mundo.

¡Ah! Arrástreme la vida por todos los exilios
en los desolados continentes hostiles
o en las ciudades tentaculares y tumultuosas
—nunca me deje tu semblanza nítida,
¡vivas siempre tú en mi tino!

Y, allá para el final,
si ningún navío me quisiera a bordo
para el viaje de quien vuelve con el corazón vacío,
cojan, en la muerte, de lo que fui,
desnudo como nací,
y llévenme afuera del puerto más próximo:

Seas tú, así, amigo Mar,
en el fondo frío de tus aguas ciegas,
con algas y piedras y peces insensibles,
¡la última cama de paz donde descanse!

De Señales del Oeste (1962)

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

Sirena, óleo sobre lienzo, 1983.

EVOCACIÓN DEL ENIGMA

Aérea y fluida surgías
de la bruma de la mañana.

Si tenías un nombre, no lo sabía.
Subías del mar y te posabas
un momento en la crin de los sauces.

Y sin que me hablases
sobre el crecimiento de la hora,
evaporabas tu hálito verde.

Así todas las veces:
aérea venías,
en silencio revoloteabas
—y eras, de nuevo, la Ausente.

Fue entonces cuando partí
y te busqué de tierra en tierra.

Quería tu rostro,
deseaba tu voz.
Pregunté tu nombre
al viento, en los puertos.
………………..

Todavía te busco; pero ahora
sé que te quedaste donde mis ojos,
no viéndote, te retrataron.

De Señales del Oeste (1962)

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

Escena abierta, óleo sobre lienzo, 1940.

PARÁBOLA

Olvidé del pasado casi todo
y no sé nada del presente.
Del futuro
sé algunas cosas.

Variante

No niego el pasado
porque fue verdad.

No niego el futuro
que será verdad.

Negro es el presente,
que, invocándolos, miente.

De Señales del Oeste (1962)

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

El usuario, óleo sobre lienzo, 1940.

MONOTONÍA

A Virgilio Filipe

1

Veo el paisaje desde esta ventana:
la bahía
el tejado de la iglesia
la camelia desaliñada
el suelo lleno de flores esparcidas
que fueron color rosa.

Veo este paisaje igual y triste,
y me siento cansado.

2

En la plaza los hombres se cruzaron de brazos
y olvidaron los cigarros en las comisuras de los labios,
en la letanía de siempre:
el tiempo que hace
y el millo por sembrar,
el Espíritu Santo que se acerca,
María de la Gracia que se casa.

(¡Ay, el día de la boda de María de la Gracia,
con toques de latas por la noche
y cuernos en la puerta a la mañana siguiente!)

Oh, poesía simple que afloras de mis versos
imperfectos,
¿dónde paras?

3

Música lenta, agotadora y bárbara
de la pianola del «americano».
En el reloj de la torre batieron las horas
tardas,
y la vida no para de ser
monótona y triste.

Aquella chica triste
—los senos creciendo debajo de la blusa roja—
mira la calle pasmada
a través de los cristales opacos de la ventana:
la gente que va y la gente que viene.
Y la tarde no deja de ser
monótona y triste.

4

Sonido de lluvia cayendo
en la calzada,
escurriendo bostezos de tedio.

Quiero olvidarme de todo a mi alrededor:
el paisaje
la niña de la blusa roja
la lluvia cayendo.

Imposible.

En todas partes, dentro de mí
en los ojos y en los oídos
en mi cerebro marchito
en mi corazón y en mi alma
esta tarde monótona y triste.

De Poemas dispersos (La Isla, 30.06.1945)

Señales del oeste (Pedro da Silveira). Poemas.

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