Que rabia, siete años ya de la barbarie, pero no hay que olvidar, recuerdo…
Recuerdo que la primera noticia que tuve fue de la mensajera que repartía por la calle Tellez y nos avisó por la emisora que había infinidad de personas atravesando la avenida, buscando ayuda, huyendo de la masacre, a partir de ahí, Madrid se paralizó, en la oficina los teléfonos enmudecieron, pues llegó la hora de los móviles, todos acudimos a ellos buscando noticias de nuestros allegados, a pesar que no viajasen en tren, ante la magnitud de la tragedia, sólo buscábamos oír la voz de nuestros familiares para asegurarnos que estaban bien.
Como siempre, la radio fue la que nos acercó la noticia, todos los datos, toda la oscuridad, todo el horror, todos los escalofríos, nos los fue narrando, nos pidió que no usásemos los vehículos privados para un mejor desplazamiento de ambulancias y obedientes, todos lo hicimos, nos indicaron los puntos de donación de sangre y los saturamos, por lo que hubo de dar contraorden rápidamente y nos acercó el sentir de toda España que iba amaneciendo horrorizada ante el peor espectáculo que se puede imaginar.
Recuerdo la llamada de los compañeros de otras delegaciones, de Barcelona, de Bilbao, de Sevilla, que nos llamaban sólo para manifestarnos su solidaridad, nos llamaban a nosotros, por la proximidad de los atentados de Tellez y Atocha y conseguían enternecernos y llenarnos de agradecimiento en nombre de las victimas.
Las victimas, ¿Quién no conoce a una victima de aquel nefasto día? Muy cerca nos tocó el dedo de la muerte, Roberto, el alma buena de la plataforma de Barajas, no apareció, el sino le marcó al acompañar a su esposa, recién casados, jóvenes y con mil proyectos de futuro, su vida quedó truncada aquel día.
Luego, la tarde, oscuridad, todos en la manifestación, ¿todos? No, todos no, en MRW a pesar del dolor por la perdida de tantas vidas y la de Roberto, no hubo permiso, un hipócrita comunicado, daba más valor a estar al pie del cañón (¿?) que el manifestar nuestro dolor y nuestra repulsa por los hechos, si, señor Frías, perdió una gran oportunidad su empresa, paladín de la solidaridad, aquel día arrastró su nombre por el lodo y demostró una de tantas falsedades que atesora, recuerdo la calle Seco, la avenida ciudad de Barcelona, todo a oscuras, menos la oficina de MRW poniendo la única y patética nota discordante.
Luego, la pena, el luto, el recuerdo, la rabia y el dolor, mucho dolor.