Porque he estado reflexionando en Twitter y me he dado cuenta que han sido silbidos demasiado largos y que perfectamente hubieran sido un buen post para esta, mi casa de la net.
Mi reflexión twittera iba sobre esos comienzos que casi todos los aspirantes a escritores (y no tan aspirantes) redactamos cuando se nos viene una idea a la cabeza, pero que después no desarrollamos, porque se queda ahí, porque estamos escribiendo otra cosa o simplemente, porque no sabemos cómo continuar y se queda ahí clavado como "posible idea".
Hoy yo he estado releyendo y corrigiendo de esos comienzos que se me han ocurrido estos días en los que la soledad de mi casa ha sido lo suficientemente relajante como para poderme concentrar y escribir. Una vez corregidito y todo, le he dado a guardar y lo he dejado ahí (ja! gracioso, ¿eh?), en una carpeta que en mi PC se llama INACABADAS pero que en el vuestro puede llamarse de mil maneras (seguro que más de uno tenéis una de estas, ¿a que sí?).
Total, que he visto que había overbooking en la carpeta de INACABADAS, quizá fruto de mi culo inquieto, de mi inconstancia o de mi defecto de fábrica de escribir absolutamente todo lo que se me ocurre, sea el resultado final de dos páginas o de diez. Y leyendo algunos, he llegado a la conclusión de que quizá tarde años en continuarlos todos, o quizá no los continúe nunca, y entre reflexión y reflexión, me ha dado por hacer un experimento.
El experimento ha consistido en imaginarme un capítulo final para una historia que no existe. Pero abordarlo sobre la hoja en blanco como algo que sí existe. Como los Grimm hubieran empezado Caperucita por la parte en la que el cazador mata al lobo y después hubieran ido desarrollando la historia a partir de la pregunta: ¿cómo se llega a esta situación? Obviamente, ni sé si los hermanos Grimm utilizaron este método o si soy una de las pocas locas que lo hace, pero el resultado de ponerme a escribir un final para una historia que aún no he escrito, han sido ocho páginas compuestas por varias escenas donde se resuelve una supuesta trama que tampoco existe, pobladas de personajes que no conozco, pero que han decidido ser malos y buenos, por puro capricho mío, y rematadas con un final feliz que, para ser el primer experimento que hago de este tipo, no ha quedado demasiado mal.
Ahora tengo ganas de ponerme con el comienzo para intentar llegar a ese punto. Algo así como tener una meta e ir marcando el camino. Y si, por cualquier razón, tengo que cambiar el final que he escrito al principio, será porque la historia se ha desarrollado de tal manera que ha resultado ser imparable.
Y así, a la espera de los resultados del experimento, me despido.
Porque me apetecía escribir doble entrada hoy, y porque hay algunas reflexiones que son mucha cosa para el pajarillo azul.