Suéñame otra vez

Acaricié tu piel suavemente con mis manos y rocé una de tus mejillas. Las palmas de tus manos se aferraron a las mías por el frío nocturno mientras que tus ojos se fijaron en los míos, estableciendo una conexión casi mística; para finalmente fundirnos en un eterno abrazo. Todo esta noche.
Mis brazos se estremecieron cuando sintieron el tacto suave de la almohada; era impensable que lo ocurrido hubiera sido algo soñado o imaginado. Estaba tan seguro…
Unas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y mis manos agarraron con fuerza la almohada que en cuestión de segundos se empapó. La agarré y la pegué con fuerzas mientras gritaba ¡No es justo! Una y otra vez en el interior de mi cabeza.
¿Por qué tenía que ser así y no de otra forma?
Desistí en mis vanos esfuerzos por acabar con mi ira mediante un par de estúpidos golpes a una almohada.
La dejé con un gesto impasible. Mi mejilla derecha se apoyó sobre la reblandecida almohada que contempló con un gesto de asombro algo que demostró que había sido real.
Sonreí y asentí esperando a que llegara la noche para volver a verte.