Tiradas de abril: segunda tanda

Los dados dan mucho de sí, cada vez soy más consciente de ello y del enorme talento de los lectores de este blog (lo que me halaga una barbaridad) Os traigo otro relato resultado de las tiradas del mes, es de mi Santo. Es un poquito largo y por eso no lo incluí la semana pasada, pero creo que merece la pena publicarlo y leerlo. Os va a gustar mucho, pero mucho. No digo más que todo se sabe. Os dejo con él

Rana narradora

LA LUPAEl teléfono le despertó de un sueñoprofundo. Tardó unos instantes en reaccionar porque a veces,  abrir los ojos no significa que regrese la consciencia. Era como si al despertar las cosas necesitasen explicación y fuera necesario reconocerlas una a una. Un pezfuera del agua que, atontado, retuerce su cuerpo viscoso con la intención de volver al agua.Obedientes al estímulo sus neuronas se fueron colocando en perfecta formación, como una legión de soldados listos para el combate, o un ábacopreparado para contar. Logró articular un diga, pero nadie respondió. Aguardó unos instantes e insistió, no decían nada.Descubrió en la pantalla del móvil que eran las siete de la mañana. El esfuerzo invertido en despertarse hacía imposible volver al sueño. Por eso descorrió la cremallera y salió de la tienda de campaña, rebuscó en la mochila y sacó una manzana que comió sin pelar con grandes mordiscos, después tiró con fuerza el corazón que tras una parábola fue a estrellarse contra un árbol.¿De quién sería la llamada?, no conocía el número. Si hubiese sido algo importante seguro que hubiesen insistido. En esas estaba cuando sonó el tono de un mensaje de whats App: “quiero hablar contigo. Necesito que me escuches”.  Instantes después llegó otro, “es urgente”, y después otro: “por favor”. La palabra mágica. Limpió su mano mostosa en la pernera del pantalón, y pulsó sobre la información de contacto, “Guiomar” decía y después sobre la foto: una chica guapa.Respiró y presionó el icono del teléfono, y después de tres tonos fue “Guiomar” la que atendió la llamada con un diga.–Me has llamado hace un ratito por teléfono y has mandado tres whats app.–Pero tú no eres… debo haber confundido el teléfono… lo siento.–Nada más entonces… –No –contestó azorada.–Una lástima, estaba dispuesto a escucharte.Colgó.Era una situación extraña. No debía molestarle en absoluto que la chica terminase de esa forma la conversación. Se trataba de una confusión: no era el destinatario de la llamada ni de los mensajes. No era la persona con la que necesitaba ser escuchada. Sin embargo, tenía una desagradable sensación de rechazo, casi un enfado que le mordía como un fuego.En otro sitio la chica, también pulsó sobre la información de contacto “Antonio” y vio la fotografía. Se quedó mirando un buen rato la pantalla hasta que se apagó y vio su cara reflejada. Presionó de nuevo ésta y llamó nerviosa.–¿De verdad estás dispuesto a escucharme?–Si.