Revista Diario
Tramas
Publicado el 29 agosto 2011 por Mamenod
Parece ser que como otras veces, de ejemplos está llena la historia, en los momentos de crisis la gente agudiza el ingenio en esto del arte del robar.Unos, los menos sofisticados, aprovechan las rebajas para pretender hacer su agosto, protagonizando escenas como la que presencié hace unos días: un hombre llevándose un plasma de un supermercado de mi localidad. Al parecer, nos contó la dependienta de una tienda que no salía de su asombro, aquel alma cándida pretendía salir indemne por delante de las cajeras con semejante botín y creía que le daría tiempo a huir del centro comercial, sin despertar la sospecha de todo aquel que lo viera correr que se las pelaba, con el cine de verano traqueteando sobre las ruedas frenadas del carrito de metal.Hay otros más sofisticados. Esos se dedican a traficar con obras de arte, patrimonio cultural y joyas preciosas, jugándose el tipo de forma elegante, o al menos eso parece a quien no los conoce de cerca, estando como están encumbrados a los altares por la meca del cine, que nos ha hecho creer durante décadas que ese es el mundo de la gente guapa, el olimpo de seres inteligentes como Sean Connery o guapísimos de la muerte como el Clooney a los que más de una y más de dos, estarían dispuestas a perdonar su parte canalla por una cena romántica o una sonrisa pícara.Luego hay una nueva moda que ha puesto en boga Internet. Son los ladrones de indentidad, gente que hace lo normal en su condición, como robarte el pin de la tarjeta o el código del banco, o que se deja llevar por un impulso cibernético brutal, cometiendo tonterías absurdas que son delito, como hacerse pasar por una niña de quince años cuando ya se cumplieron los cuarenta, para poder llegar a ser animadora del equipo local del instituto- ¡ay omá!- que diría un andaluz castizo.Pero en la cúspide de todos los ladrones habidos y por haber, en España estamos asistiendo al no va más de la delincuencia, una que es la que más me molesta. De hace unos años para acá, no hacemos más que descubrir tramas y venga tramas. Que pienso yo que con tanto entramado, poco hilo debe quedarle ya a la tela que da forma a la economía y al sistema. Hay tramas en la política, en la construcción, en el artisteo…boquetes diría yo, en el tejido que antes nos servía de abrigo. Y recalco que son los que más me molestan, porque son precisamente los más aberrantes. O es que acaso, de verdad, necesitaban todavía tener más Teddy Bautista, el señor Camps o la Pantoja cuando usaban, supuestamente, aquello que nunca fue suyo. Y curiosamente lo peor de todo es que estos tres, como todos los demás que ahora suenan, tienen a su favor la más injusta de las ventajas disfrazada de televisión. Solo hace falta ir de viaje a una isla perdida o tararear una vieja canción para que las audiencias se disparen. Sólo con tener el apoyo de un político conocido o una cadena amiga, el silencio se convierte en cómplice y el lavado de imagen viene solo.En vista de lo visto estos días, yo os daría algunos pequeños consejos a aquellos que tengan previsto en breve delinquir: que no se os vaya la mano si no sois antes famosos. Si la cosa se pone fea, ya sabéis lo que hay que hacer: pegarle un guiño a Julian, casarse con un torero o luchar por convertirse en presidente de una Región.Ahora, eso sí, si hay que hacerse con lo ajeno, róbate mejor un jamón de pata negra, chaval, que para lo que hay que ver… no merece la pena el plasma.