Revista Talentos

Tres amigos y una canción

Publicado el 20 noviembre 2014 por Orperedas

A veces la vida nos da la más fabulosa de las oportunidades: presenciar la magia que despliega, sobre un escenario, un alma sublime. A veces, esa magia nos envuelve y, sin darnos cuenta, nos involucra en sus artificios. A veces, un alma vecina es capaz de rebalsarnos por completo y complementar nuestro ser.

El incesante ring ring del teléfono de casa dejó de sonar en cuanto levanté el auricular. Su voz al otro lado se escuchaba emocionada. No me dijo sino: "Escuchalo, esto es maravilloso".

Al otro lado del teléfono se escuchaba la emoción que producía, en el público asistente, reconocer desde los primeros acordes en el piano, una canción. Yo también la reconocí en seguida.

Conforme la introducción fue tomando forma, mi memoria fue acomodando uno de los recuerdos más gratos de mi vida como músico y cantante. Yo estaba sentado, junto a mi buen amigo Alian, en la quinta o sexta fila de butacas de la sala del Teatro de Cámara del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, de la ciudad de Guatemala, una noche de junio de 1999.

Alian había grabado la pista de la canción que Karin interpretaría a continuación. Nuestra expectación por escuchar el resultado de varios domingos de ensayos, en casa de Alian, de esa y otras canciones que Karin cantaría esa noche, como parte de la serie de conciertos del Instituto Angélica Rosa, nos había hecho presas de la ansiedad.

Las primeras notas del piano sonaron, y nuestro nerviosismo se convirtió en emoción cuando Karin inició su interpretación diciendo.

catatónica, nocturna, un viento breve

al edén de un sábado, donde un ave miope

su voz sonaba melancólica, pero firme, ambos sentíamos que sonaba perfecta, y era así. Karin terminó la canción con un leve sollozo, y Alian y yo con el alma desbordada de emoción al haber escuchado una excelente interpretación de tan bella canción de Pablo Milanés.

Volví a estar al teléfono y aquella estrofa se repetía, pero en esa ocasión no era Karin quien cantaba en primer plano, sino Pablo Milanés, quien estaba presentándose en Guatemala por primera ocasión, esa noche de mayo de 2001.

La canción terminó y Karin me habló nuevamente: "mañana te llamo para contarte como estuvo el resto del concierto. La llamada se cortó y me quedé un par de segundos con el auricular sobre la oreja, como quien espera que la comunicación retorne y así poder seguir escuchando el concierto.

Media hora más tarde el teléfono volvió a sonar, esa vez era Alian quien llamaba para que yo pudiera escuchar Yolanda, una de mis canciones favoritas de Pablo Milanés, la primera que conocí de este excelente compositor y trovador cubano, gracias a mi buen amigo Luis Enrique, la misma tarde-noche en que me hizo conocer a Silvio Rodríguez.

Biografía de Pablo Milanés


Tres amigos y una canción

Pablo Milanés nació en Bayamo, capital de la provincia de Granma, Cuba, el 24 de febrero de 1943. Desde muy pequeño fue aficionado al mundo de la música, participando en varios concursos organizados por las emisoras radiales de su ciudad natal y de La Habana, a donde se trasladó con su familia, cuando tenía siete años. Allí conoció a varios artistas populares de la época, a la vez que comenzó a estudiar música en el Conservatorio Municipal de aquella ciudad.

Cuando contaba con doce años, Milanés participó en el programa Estrellas Nacientes, en el que se da a conocer en el medio artístico cubano, hecho que puede considerarse como su primera presentación profesional, en la que puso de manifiesto su enorme capacidad como músico y cantante.

A principios de los 60s integra agrupaciones como el Trío Los Armónicos, el Conjunto Sensación, el Cuarteto del Rey, a la vez que trabó amistad con Luis Carbonell, un gran músico cubano con quien aprendió mucho más acerca del Feeling, ese estilo de canción acompañada con guitarra y enriquecido por armonizaciones jazzísticas.

Pablo Milanés se estrena como compositor con la canción Tú mi desengaño, en 1963, y a partir del año siguiente forma parte del grupo vocal Los Bucaneros, con quienes grabó sus primeros discos. En 1965 escribe la canción Mis 22 años, una canción que muestra su sentido crítico y la identificación con las causas sociales, por las que llega a ser reconocido mundialmente años después.

En 1968 se presenta junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola en la Casa de las Américas, ofreciendo un concierto que es considerado el punto de partida del movimiento musical denominado Nueva Trova, en 1972. Fue ahí donde conoció a otros importantes cantautores iberoamericanos como Violeta Parra, Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Milton Nacimento, entre otros.

En 1969 forma parte del Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica, con el que graba varios discos, además de componer canciones para varias películas. De esa época se reconocen canciones como Yo no te pido, Pobre del Cantor, Cuba va, Los años mozos y Yolanda.

El primer disco en solitario de Pablo Milanés es lanzado en 1973 bajo el título Versos de José Martí, una selección de poemas del poeta, musicalizados y acompañados con guitarra por el propio Pablo. En 1975 se repite la fórmula del disco anterior, esa vez, con versos del poeta Nicolás Guillén.

El tercer álbum de la discografía de Pablo sale al mercado en 1976, con el nombre Pablo Milanés, y es éste el primero de sus discos en el que aparecen canciones propias. Entre los temas de esta producción se encuentran algunos de los más importantes éxitos de su carrera, tales como: La vida no vale nada, Hoy te vi, Yo pisaré las calles nuevamente y Para vivir.

A partir de ese disco, Milanés ha grabado cuarenta y cuatro discos en solitario, quince con el Grupo de Experimentación Sonora, cuarenta y ocho discos en colectivo con amigos de Iberoamérica y un número similar de apariciones en colaboraciones para varios de sus amigos.

Tres amigos y una canción

En 1991 sale a la venta Canto de la abuela, el vigésimo segundo álbum de Pablo Milanés, en el que se incluyen canciones como: Canto de la abuela (que le da el nombre al disco), Amor que cantas la noche, Cada vuelta que se logra y Candil de nieve, ésta última interpretada a dúo con su buen amigo, y colaborador de muchos años, Raúl Torres.

Entre los reconocimientos al trabajo de Pablo Milanés pueden contarse las medallas Alejo Carpentier (1982) y Haydée Santamaría (2006), la Orden Félix Varela (2005), el Premio Anual del Gran Teatro de La Habana (2006), Grammy Latino al Mejor Cantautor (2006) por el álbum Como un campo de maíz y, Grammy Latino al Mejor Álbum Tropical Tradicional, ese mismo año, por la producción AM/PM líneas paralelas, en conjunto con Andy Montañez. Pero también se ha hecho acreedor a un par de reconocimientos colectivos, brindados por una buena cantidad de sus amigos que grabaron sus canciones en dos discos: Querido Pablo y Pablo Querido, en 1981 y 2001 respectivamente.

No es difícil adivinar que Pablo Milanés forma parte de un grupo selecto de músicos y cantautores hispanoamericanos que han trascendido el tiempo y el espacio, al grado de que sus primeras canciones siguen sonando en la radio, interpretadas por él mismo o por quienes lo admiran y le rinden tributo.

Mayor tributo para el alma es poder contar con amigos de verdad: Yo puedo ufanarme de contar con varios, mas, hay dos de ellos a quienes no sólo considero amigos, sino también hermanos: Karin y Alian. Karin, esa particular chiquilla a quien conocí en un salón de clases, y a quien desde entonces me une una amistad entrañable que, justo ahora, cumple treinta años. Alian, el mejor músico que he conocido y de quien aprendí mucho sobre la guitarra, y que me abrió las puertas de su casa para hacerme su amigo y convertirse en el arreglista de algunas de las pocas canciones que escribí a fines de la década de los 90s.

A ellos dedico esta publicación por su enorme sentido de la amistad, mas quiero hacer una distinción especial para Karin, por quien es posible este trabajo en particular, que le dejo como regalo por ser hoy su cumpleaños.

¡Feliz cumpleaños Canche del alma!


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