Revista Diario

Tu percepción de los demás

Publicado el 13 noviembre 2012 por Alxndro @al_x_ndro

A todos nos pasa que invertimos una parte considerable de nuestro tiempo preocupados por lo que otros pueden pensar de nosotros. Esto es porque en un nivel muy básico queremos ser aceptados por los demás para sentirnos como parte de algo mayor que nosotros, para sentirnos seguros y protegidos, y porque queremos ser queridos y conectar con otros.

Y esa preocupación nos genera estrés y ansiedad por hacer las cosas de cierta manera y complacer a aquellos de quienes buscamos aprobación, incluso si no estamos seguros de cuáles son sus expectativas. Esta preocupación muchas veces nos detiene de avanzar en la dirección de las cosas que deseamos, no queremos salir de las normas y expectativas de otros, pues eso puede significar no pertenecer, quedar solo y sin apoyo.

Así, es usual que parte de nuestro comportamiento actual se haya originado en no perturbar a otros, en no romper toda clase de reglas (las comprendamos o no, tengan sentido o no). Hacemos y decimos ciertas cosas; no decimos y no hacemos otras tantas. Deseamos dentro de ciertos límites considerados ‘normales’ o ‘apropiados’. La persona que somos o, al menos, la que el mundo conoce toma su forma derivada de normas y expectativas de otros.

Entonces sentimos que la mirada de los otros es como una prisión. No somos completamente libres al vivir de acuerdo a esas imposiciones externas.

¿Te das cuenta de en qué aspectos de tu vida vives de acuerdo a las expectativas de otros o de la sociedad? ¿En qué te limitan? De verdad piénsalo. Seguro hay cosas que quieres; cosas que dirías y harías de no ser por lo que crees que los otros pensarán de ti. E, incluso, puede que éstas sean suposiciones imaginadas por ti, puede que la reacción del mundo hacia lo que hagas sea diferente a lo que esperas. Haz el experimento: di o haz justo lo que quieres y piensas.

Si bien una parte de esto muchas veces sólo sucede dentro de nuestra cabeza, es algo real. Basta ver cómo nosotros lo hacemos hacia otros. ¿Cómo ves tú a los demás? ¿Qué esperas de su comportamiento hacia ti? ¿Cómo supones que se comportarán en su vida diaria? ¿Tu idea de ellos los encierra en una idea que los limita?

Éste, creo, es un caso en el que todos podemos tener total empatía y, pienso, que por eso mismo debemos no sólo ser conscientes de cómo creemos que nos ven los otros (y cómo nos vemos a nosotros mismos), sino cómo vemos a los demás. Pienso que debemos verlos en otra luz, verlos como las mejores personas que pueden ser en cada situación. Debemos darle la oportunidad a los otros de ser como ellos deseen ser. Y esa oportunidad de nuestra parte será un apoyo para que sean geniales, excelentes, y auténticos.

Deja de lado tus expectativas personales y aprendidas.
Ve a los otros y a ti mismo de otra manera.

Libéralos con tu mirada.


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