Un pensamiento es la mínima unidad de un acto creativo.
Los pensamientos parecen tener una variedad indecible de funciones y posibilidades. Puedes preocuparte, justificar, imaginar, fantasear, analizar, integrar, convertir, prever, planear, recordar, y todas las opciones que ya conoces y has experimentado.
Pero parece ser que todas estas posibilidades sólo giran en torno de lo que quieres. Es decir, tus pensamientos, estrictamente hablando, sólo sirven para crear lo que deseas. Si bien en los matices de sus posibilidades confundes este objetivo y crees que sus aspectos son el fin en sí.
¿Qué quieres en este momento? Ésa es la única pregunta a la que responden, incluso cuando en el descuido e inercia de tu atención tus pensamientos rondan lo que no deseas. Si pusieras más atención en lo que piensas ahora, te darías cuenta de cuán invariablemente creas tu experiencia de cada momento.
Los pensamientos no son para comprender el mundo tanto como para cambiarlo y crearlo. Pensar y sentir es desear y crear.
Sí, la única función real de tus pensamientos es crear lo que quieres. Crearte, crear tu mundo, crear tu realidad.
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