Un empate que me supo a muy poco...

...UNA NUBE QUE VA A MUCHO MÁS

Nueve menos cuarto horas canarias de un domingo nuboso y gris. Una hora más aquí, en la península. Comienzo este artículo a la antigua usanza, con boli y papel, como dicen que se escriben las mejores crónicas.

La de ayer fue una noche mágica. Una más. Pero lo cierto es que la magia empezó desde mucho antes, cuando aún reinaba el divino Ra sobre nuestras pericas testas. Nada más apearnos del subterráneo gusano metálico y salir al exterior, pudimos respirar el magnífico ambiente perico que reinaba en Cornellá. Los periquitos portábamos, todos, sonrisas cómplices y, aún con la incertidumbre del futuro resultado, la ilusión era nuestra emoción predominante. Saludos, risas y cánticos poblaban las coquetas calles a nuestro paso.

Junto a mi amor de vidas, vestido con el chándal oficial blanquiazul, fui recorriendo las ya conocidas callejuelas, abrigada con mi chubasquero españolista, peinada con mis trenzas-talismán -Madrid, 2006, qué final de Copa aquélla- y maquillada con mis mejores pinturas de guerra pericas -Glasgow 2007, siempre en el corazón-. Y he aquí que, sin comerlo ni beberlo, el rubor y el sonrojo se apoderaron de una servidora cuando por la céntrica y bonita Rambla de Cornellá, un lanzado y joven perico, megáfono en mano, exclamó a nuestro paso un sonoro y simpaticón ¨oooooole las pericas guapas¨...Tremendo corte, la mare de Deu.

Ya con el estadio en lontananza, avistamos la luz de una bengala. Allí se congregaba una multitud de aficionados periquitos que animaba, incansable, caldeando el ambiente previo al partido. Las calles cercanas al estadio rugían poseídas por la marea blanquiazul. Himnos, cánticos, banderas ondeando, bufandas al viento y los inevitables ¨piropos¨ -tipo ¨sal del armario, Guardiola sal del armario¨, o ¨Laporta, caXXX, saluda al Español¨- dedicados al rival bullían a nuestro alrededor.

Ya de camino hacia nuestro acceso, una vez más nos detuvimos unos segundos ante la puerta 21, ya bautizada, oficialmente, con el nombre de nuestro queridísimo Dani Jarque. Horas antes había quedado inaugurado en su interior el mosaico conmemorativo confeccionado con las ofrendas que compañeros, socios y aficionados, despositamos en aquel lugar, como homenaje  a su figura, durante los días posteriores a aquel aciago 8 de agosto.

Una vez dentro de la gran pajarera perica, hicimos las compritas de rigor. Que si una camiseta, que si déjame una bocina, que si esas pegatinas también...Y por fin, allí estábamos. Por fin ocupábamos nuestros asientos. El estadio, como siempre, lucía precioso , y aunque todavía faltaba casi una hora para el comienzo del derbi, todos respirábamos absoluta pasión blanquiazul.

Salen los nuestros a calentar y enloquece la grada. Nuestros chicos parecen muy concentrados y deseosos de darnos una alegría. Al cabo de unos minutos saltan también ¨los otros¨, ganándose un sinfín de ¨cariñosísimos¨calificativos de parte de nuestra afición.

 Poco a poco van ocupando sus asientos nuestros vecinos de graderío. Mucho debaten algunos -léase culés y entes afines- sobre la catalanidad del Español, pero lo cierto es que a nuestro alrededor, ¨només es parla catalᨠy eso que no estamos ubicados, precisamente, en tribuna.

Unas filas más abajo, aguerridos supervivientes de las Brigadas Blanquiazules siguen dando guerra y animando a nuestro Español. El señor de los bocatas tampoco falta a la cita, al igual que los tres jóvenes pericones a nuestra izquierda, antiguos vecinos de Montjuic, que jalean y jalean sin cesar.

 Unos minutos después, tras finalizar el calentamiento, saltan los equipos al campo y suena el himno. Casi 40.000 pericos trinamos, orgullosos y emocionados, nuestra profesión de fe...Jo t´estimo Espanyol!

Comienza el derbi. Pero, qué os puedo escribir sobre el encuentro que no se haya escrito ya...

El Español sale enchufadísimo, ejerciendo una fuerte presión sobre el movimiento de balón del rival en todas las líneas. El otro equipo se las ve y se las desea para practicar su habitual ¨tiqui-taca¨, al que los nuestros se anticipan con continuos robos de balón que propician peligrosos contraataques.

Como balance de la primera parte, un balón de Osvaldo al poste y un pobrísimo bagaje ofensivo ¨orco¨, que apenas logra llegar a puerta. Poche, desde el banquillo, ganaba la partida una vez más. El primer tiempo del Espanyol sólo tuvo un pero. El pero de no irnos al descanso con ventaja -justa y merecida- en el marcador.

En el segundo tiempo, más de lo mismo. En el minuto 15, Callejón se interna por la banda derecha y Alves le agarra para cortar la jugada. Segunda tarjeta amarilla para el culé-brasileño, que deja a su eqipo con 10. Paradójicamente es con 10 cuando ¨los otros¨ juegan mejor, aunque su dominio resulta sólo territorial y la zaga perica se mantiene muy firme. ¨Mi querida Pepita¨-léase Pep Guardiola- había puesto toda la carne en el asador, pero ¨sus chiquitos¨ se estrellaban una y otra vez contra el muro blanquiazul.

En la grada cundía la impaciencia y el pitido final del sobrio Undiano resultó liberador. Todos sonreíamos y respirábamos tranquilos, aunque lo cierto es que este empate a cero, personalmente, me supo a muy poco.

Chica, Dídac, Baena, Víctor, Nico y Forlín...Héroes supremos.

Luis, Osvaldo, Callejón y Verdú...Omnipresentes.

Kameni, pese a sus habituales kameniadas que me sacan de quicio, estuvo muy serio.

Ben Sahar e Iván Alonso, suplentes, pusieron su granito de arena.

 En resumen, frenamos al que dicen es el mejor equipo del mundo, como nadie hasta ahora lo había logrado en la presente temporada. Mourinho, toma nota para el martes, por favor.

Por cierto, que las imágenes usadas para este artículo han sido recopiladas de la red. Lamento no poder ofreceros las mías propias todavía, pero el portátil está en la UVI y me hallo ahora mismo en un cíber barcelonés. En cuanto llegue a mi islita, os bombardearé con toda una suerte de fotos periconas la mar de monas.

Y nosotros -es decir, mi amor de vidas y yo- a soplar hacia el norte. Porque la archifamosa nube de cenizas volcánicas planea ya sobre Cataluña , manteniendo cerrados a la hora de escribir esta crónica, todos los aeropuertos de la región. Como no sea soplando, me da que no volaremos de vuelta a casa cuando tenemos planeado. Claro que, cuando una puerta se cierra, otra se abre y si no podemos volar hacia tenerife, igual traqueteamos en tren hasta Almería para disfrutar allí de un nuevo partido periquito.

En todo caso...

A POR ELLOS, OÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ