Henrik Johan Ibsen nació en el año 1828 en Skien, una pequeña y helada villa noruega. Con una vocación por la escritura desarrollada desde temprana edad, a los 26 años ingresó como asistente de dirección al Der Norske Theater de Bergen, donde habría de producir algunas comedias musicales; su avidez por conocer el mundo lo llevó a vivir en diversas ciudades europeas durante 27 años, con esporádicos retornos a su país. En este exilio voluntario habría de componer algunos dramas como Casa de muñecas y Un enemigo del pueblo entre los años 1879 y 1882, que determinaron su consagración como renovador del teatro moderno.
Un enemigo del pueblo es la obra más controvertida del autor y, lamentablemente, aún reviste plena actualidad. El médico del pueblo, un centro balneario que recibe turistas ávidos de descanso, pone en conocimiento de las autoridades que las aguas están contaminadas; todas las fuerzas vivas del lugar se confabulan en contra del denunciante, prisioneros de sus propios intereses. El médico ha de quedar en absoluta soledad, repudiado por familia y vecinos, ya que la mayoría construye un relato de la situación adecuado a la verdad que prefieren creer, llevando a concluir al autor que “…la mayoría tiene la fuerza, pero no tiene la razón…quiénes son la mayoría en el sufragio, los estúpidos o los inteligentes?…”. Con la lógica propia de todos los tiempos, la esposa ha de responder al desconsolado marido: “…Qué importa que tengas la razón, si no tienes el poder…”.
En el teatro Provincial de mi ciudad, que forma parte del complejo Gran Hotel Provincial, tuvo lugar durante el último verano la exhibición de Un enemigo del pueblo, dirigida por Lisandro Fiks e interpretada en el papel principal por la maestría actoral de Juan Leyrado. Con un desarrollo potente y conmovedor, las cuestiones que desvelaban a Ibsen siglo y medio atrás se exponen agudamente en el contexto político actual: conflictos de intereses, valores y corrupción cobran plena vigencia en una puesta actoral que induce a una profunda reflexión colectiva.
La fotografía corresponde al sitio web de la obra de teatro.
El cumpleaños de Marcela
Algunos festejos poseen un aspecto cíclico y circular, que se reitera regularmente con características propias. El cumpleaños de Marcela reviste, para mí, este carácter: como una rueda mágica que gira año tras año, siempre nos encuentra juntas, más allá del tiempo y del espacio.
En esta ocasión, la celebración fue mutando en la organización: en un quincho contratado en principio, en su casa luego con una fiesta considerable, en un restaurante elegido al efecto… finalmente, la agasajada eligió el mejor lugar para el evento: su propio hogar. Y la cantidad de personas se redujo al sempiterno conjunto oracular que nos congrega desde hace años, esta vez con la presencia de Carolina, recién arribada desde la India luego de treinta días de vivencias inolvidables.
Y allí estuvimos, rodeadas de delicias culinarias, con otros tantos obsequios para compartir otra noche inolvidable. En mi caso, la convocatoria se reiteró días después, porque Marcela volvió a festejar el fin de semana siguiente con su familia y junto a Juan concurrimos a pasar una tarde de domingo animada por las desopilantes conjeturas de Lola y Guadalupe, personajes entrañables que hacen gala del mismo desparpajo que caracteriza a su tía Marcela.
Maitresse
«El dolor posee para mí un encanto raro, y nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa». El escritor Leopold von Sacher-Masoch habría de legar su apellido a una de las formas más inquietantes de la relación amorosa: el sadomasoquismo. En el libro Venus im Pelz el protagonista y alter ego del austríaco, inspirado en la pintura de Tiziano La Venus del espejo que decora su escritorio, se explaya sobre su relación con una mujer de la que se encuentra perdidamente enamorado.
A medida que el vínculo avanza el sexo se torna cada vez más humillante y violento enmarcado en un contexto ama-esclavo donde abundan los elementos eróticos y el fetichismo, siendo la única obligación de la dominatrix vestirse de pieles cada vez que su sirviente lo solicita. Inspirado en la sensualidad de la novela, Salvador Dalí imaginó en la serie de grabados Venus in Furs contextos diversos para ilustrar el libro de Sacher-Masoch; cineastas y músicos también rindieron tributo a su obra.
En tanto manifestación del arte la perfumería no podía ser menos y Agent Provocateur concibió Maitresse de la mano de Christian Provenzano: con pétalos de loto blanco, osmanthus, ylang-ylang, gamuza blanca, algo de violeta y almizcle, la fragancia es más luminosa que perturbadora, una aproximación elegante a la mujer que imaginara el escritor.