Podemos escandalizarnos y poner de vuelta y media al sistema, como hace Javier Orrico en su artículo en la Opinión de Murcia o podemos darle alas a nuestra confianza en el gobierno y acallar nuestra conciencia convenciéndonos de que estamos salvando a todos los niños que comen muchos bollos como hace Gabriela Cañas en su reportaje en El País.
Sin embargo el tema es algo mucho más serio que esto. Se trata de un concepto que siempre ha sido tema de estudio en política, ¿hasta donde debe llegar el gobierno?
Lo que hace realmente difícil responder a esta pregunta es que no somos gente que observa nuestra realidad desde el exterior sino que ya estamos dentro y sufrimos el efecto de la rana en el agua hirviendo. Se dice que si metes una rana en un cazo y vas calentando el agua poco a poco el animalillo no se da cuenta y muere hervida, sin embargo si metes la rana de golpe en agua hirviendo, esta al detectar la temperatura insoportable da un salto y sale del cazo pitando. Para nosotros es fácil ser como el primer caso: vamos modificando nuestra forma de vida y, mientras sea poco a poco, no nos damos cuenta hasta que estamos fritos y refritos.
Intentémos alejarnos de aquello a lo que estamos acostumbrados y hagámonos unas preguntas:
¿Cuál es el papel del gobierno? ¿Debe el gobierno decirme como debo educar a mi hijo? ¿Es correcto que el gobierno impida a mis clientes fumar en mi local? ¿Si abuso de mi hijo debe intervenir el gobierno? ¿Y si le pego una bofetada por mal comportamiento? ¿Por qué me obliga el gobierno a conducir mi moto con casco? ¿Debe el gobierno evitar que me mate si yo quiero? ¿Por qué me obliga el gobierno a tener un seguro de coche? ¿Quién decide que alcohol y tabaco son buenos pero las drogas no? ¿Por qué mi paquete de tabaco me dice barbaridades y en los billetes de lotería que vende el gobierno no hay nada sobre la adicción al juego? ¿Me tiene que enseñar el gobierno como he de llevar mis relaciones sexuales? ¿Y si mi opinión al respecto es diferente de la del gobierno? ¿Puedo pensar de forma diferente? ¿Hasta donde ha de llegar la enseñanza dictada por el gobierno? ¿Y si decido que quiero educar a mis hijos en casa? ¿Por qué el gobierno no saca una ley que prohíba el uso del móvil en ciertos entornos?...
Por un lado es cierto que el gobierno debe proteger a sus ciudadanos. De igual forma que debe castigar al que le pega una paliza a otro para robarle la cartera también ha de castigar al padre que abusa de su hijo causándole daño. Pero la pregunta es ¿quién define la línea entre un abuso y aplicar disciplina? Ahora tenemos a unos padres que parece que no cuidaban de su hijo y la salud de este peligra como consecuencia, pero no hace mucho era el caso de una madre que le había pegado una bofetada a su hijo y como consecuencia este se había caido y se había golpeado fuertemente. Son casos completamente diferentes pero el gobierno que tenemos está convencido que ni un cachete es aceptable en la disciplina familiar, así que trata ambos casos por igual. Algunos pueden aplaudir con las orejas ante un gobierno con esta forma de pensar pero ¿qué ocurrirá cuando cambie el gobierno de color? ¿O que ocurrirá si algún día nos gobierna un partido nazi? ¿ O un partido comunista? ¿Estaremos igual de contentos de que nos digan como educar a nuestros hijos?
¿Hasta donde debe llegar el gobierno?
A todos nos conviene, seamos de un lado o de otro ponerle límite al gobierno, o aquí el único con obesidad mórbida será el señor Estado.
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