Revista Diario

Un hotel con piscina

Publicado el 20 julio 2011 por Mamenod
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Este mes de julio, he tenido por fin mis primeras mini vacaciones. Se trataba, como os conté en otra entrada, de llevarnos a los niños un fin de semana a un lugar de esos en los que ellos se divierten chapoteando en una gran piscina y los mayores nos entretenemos nadando en cervecita y mojito, sin tener que oír la palabra “mami” nada más que lo justo para poner paz en alguna pelea entre hermanos.
Cuando alguien me pregunta por el destino de ese tipo de vacaciones, siempre suelo contestar lo mismo: me voy a un hotel con piscina. Y es que realmente es lo que define a esos días de asueto. Los niños, en estos destinos vacacionales, no tienen interés ninguno por conocer más territorio que la zona donde unas animadoras nos hacen el favor de recogerlos alrededor de algún juego, ni más hábitat local que el centro de la piscina donde pueden pasarse tranquilamente ocho horas, con el interludio obligatorio de una comida frugal.Esta vez, como en otras ocasiones, hemos escogido Málaga como destino. El año pasado fue Fuengirola y ahora Torremolinos, zona que no nos coge muy lejos y donde hemos comprobado que nos viene de perlas el tipo de turista con el que nos encontramos, ya que la mayoría de ellos, deseosos de playa y arena, nos dejan vía libre la piscina para los que llegamos de una costa cercana y vamos buscando más bien la comodidad de la hamaca y ni siquiera nos llenamos de arena los pies, nada más, eso está por descontado, para comernos unos riquísimos “espetitos” de sardinas hechos como sólo en Málaga saben hacerlo igual.En el hotel la verdad es que bien. Cloro, césped, hamaca, espectáculo de flamenco incluido y una temperatura mágica para poder disfrutar. Hasta loros hemos tenido haciendo una serie de monerías para disfrute de los chiquillos y evasión de los papás.Yo, como siempre, me entretuve observando a la gente mientras mi hermana leía relajada y los maridos iban a por el “cubatín”. Estoy contenta conmigo misma porque esta ocasión, como otras, ha venido a confirmar mi teoría de que eso que dicen los sabios de que todos somos diferentes, irrepetibles y únicos no es más que una patraña que el ser humano inventó para creerse distinto, pero que en realidad no somos más que clones con características iguales, creyéndonos reyes de un mambo que encima todos sabemos bailar. Los personajes se repiten una y otra vez a pesar de los años: he vuelto a encontrar al camarero ligón, ahí él, crecidito, tirándole los tejos a una italiana guapetona que no le hacía más caso que lo que la educación y la cortesía le obligaba a pesar de no entender “ni papa”; el padre-sonrisa, todo el santo día detrás de la niña, grabando obsesivamente una cinta de vídeo interminable que seguramente nunca verá, más que nada por la pereza de ir pasando minutos absurdos de vida, donde su joya vuelve a tirarse al agua, y saluda, una vez y otra enfundada en los manguitos amarillos del dibujo animado de moda. Está la familia impertinente. Esos sí que son un rollo, creyéndose especiales y luciendo la pulsera de color amarillo que es la que les permite el todo incluido y que les levanta tres palmos por encima del bien y del mal y les hace creer en derecho de reclamar todo el tiempo, si no hay hamacas vacías o no han llegado a su hora al buffet.Esta vez hemos tenido una pareja graciosa. No graciosa porque nos hiciéramos amigos o porque el hombre contara chistes. No. Eran graciosos por el jugo que hemos sacado mi hermana la criticona y yo que soy otro tanto de su estancia en el hotel, donde se sentían como en casa, y andaban repartiendo sonrisas e intentado todo el tiempo hacerte de su camarilla y darte la brasa con lo “maravillosísimo” que era su niño, un pequeñito bebé, o lo fantásticamente que viven la vida cotidiana que dejaron aparcada en algún lugar del mapa. Insoportables, vamos…En fin, la verdad es que han sido sólo tres días pero el respiro se nota. Ya el próximo agosto la cosa será diferente. Esta vez, aunque también está dirigido a los niños, el viaje es más jugoso, con menos piscina y más movimiento, con menos flamenco pero más interés. Y vosotros qué ¿cómo va la cosa?
UN HOTEL CON PISCINA

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