Revista Diario

Un payaso sin nariz

Publicado el 04 septiembre 2010 por Letransfusion
Una gorra de ocho gajos de terciopelo negro y corte italiano era algo difícil de conseguir en el barrio donde vivía, pero con un poco de suerte un viernes de tianguis por la mañana en Santa Cruz Meyehualco hay cosas que uno puede encontrar por una ganga, sí; fue en ese tianguis donde  por unos cuantos pesos obtuvo aquella gorra parecida a la que usara Jack Leslie Coogan en la legendaria película “El Chico” de Chaplin: una gorra ideal para un payaso vagabundo.
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Un día después, por la mañana, luego de practicar malabares se sentó a almorzar con su esposa e hija. La gorra ya estaba junto al vestuario que utilizaría. Terminado el almuerzo, vino el ritual del baño que desde siempre consistió en entrar primero a cagar y allí en la taza del baño meditar por largo tiempo; hasta que su esposa golpeaba la puerta y a pesar de ello continuar otros minutos meditando. No había en el mundo mejor lugar para pensar en su vida de payaso, era completamente libre y su creatividad no tenía limites; los mejores chistes y rutinas se le ocurrían allí. Finalmente salió para dejar entrar a su esposa, quién ya había perdido la paciencia. Ella al igual estuvo largo rato, empero, su tiempo allí era utilizado en otra clase de meditaciones. Pensó mucho en el músico que acababa de conocer apenas unos días atrás, le había impresionado con su manera de tocar la guitarra y sobre todo porque era rockero y amaba el blues pero, toda su imaginación se vino abajo cuando su pequeña hija pateó la puerta del baño demandando su turno de meditar. La pequeña estuvo el tiempo suficiente para desesperar a su padre quien ya estaba ansioso por bañarse pero; en aquel palomar nadie se atrevía a molestar las meditaciones de la niña. Al parecer era una cuestión hereditaria que ella también pasara mucho tiempo en el baño. Salió la pequeña y al fin pudo bañarse el padre.
Frente al espejo se preguntó si toda la vida estaría usando la máscara de payaso que acababa de dibujar en su rostro, suspiró y luego de no encontrar respuesta en sí mismo se levanto, no sin antes retocar un detalle en las cejas. Listo el maquillaje, ahora tocaba el turno al vestuario. Negro y blanco, colores poco usados por la mayoría de los payasos pero que a el le gustaban para su personaje, sobre todo por ser vagabundo, así el negro y blanco hacían contraste con la nariz roja y en este día el nuevo elemento: la gorra italiana, que le daba un toque especial. ¡Ah! ¡Que bonito payaso! Salió del palomar y se dirigió al Bosque de Chapultepec donde trabajaba con otros payasos frente al lago.
Allí frente al lago se daban cita todos los fines de semana un grupo de payasos para divertir a los paseantes del bosque, quienes en el camino al zoológico se detenían un rato a ver el show. Fue Chispín el primero en apreciar la nueva gorra de Coco y fue hasta ese momento en que sabría él que se trataba de una gorra italiana pues su amigo sí que sabía de gorras. Estuvo muy contento y al pasar por las monedas que daba la gente, lo hizo con su nueva gorra italiana donde eran depositado el dinero. El duro rayo del sol nunca fue motivo para no presentarse y menos para que la gente no se quedara a un rato de diversión. Lo extraño es que ahora muchos no lo recuerdan. Terminó el día y estuvo bien.
De regreso a casa pensó en lo bueno que sería ir a cenar unos ricos tacos de los que le gustaban tanto a su hija pero, al llegar al palomar lo encontró vacío, vacío, vacío... Todo estaba allí, la mesa, las sillas, las camas, el espejo, el caballito de su hija. Estaba todo y sin embargo, tan vacío, que sintió frío. Su esposa se había ido llevando sólo a la niña consigo. Recordó que no era la primera vez y supo que regresaría pero esa noche no quería dejar de buscarla. Salió del palomar y fue a casa de su suegra, cuando llegó ya era muy tarde. Preguntó si ellas estaban allí aun sabiendo que no. La suegra lo invitó a quedarse pues no podría regresar a esa hora en metro ni en microbús y un taxi sería muy caro. Él no acepto, tenía la esperanza de encontrarlas de regreso y se fue. Decidió que sería bueno caminar, la noche era larga con una llovizna ligera y quería hacer más largo el regreso, después de todo eran poco más de quince kilómetros de distancia.
No hubo que caminar mucho para hacer de aquella una de las noches más largas en su vida. Apenas había andado un par de kilómetros cuando iba caminando frente al deportivo de Coyuya. Pasó frente a un grupo de hombres que estaban fumando marihuana. De momento sintió que lo habían observado mucho y sintió un poco de miedo, así que apresuró sus pasos y fue en ese momento cuando escuchó al grupo de hombres acercarse corriendo y sintió más, mucho más miedo. No volteó y sintió como uno de los hombres lo tomaba del cuello por la espalda al tiempo que otro hombre le enseñaba una navaja y le decía que no los mirara a la cara y otro más le daba una patada en el culo: que no en las nalgas. Todo fue muy rápido. En pocos momentos lo golpearon y le arrebataron zapatos, dinero, chamarra, además, y esto sí que era triste... se llevaron su nariz de payaso y la gorra italiana.
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Gateando y sin atreverse a levantar la vista avanzó unos metros. Cuando ya no escuchó nada y estuvo seguro de que los asaltantes se habían marchado volteó para ver la calle vacía. Se levantó y comenzó el regreso a casa de la suegra. La llovizna continuaba, la calle estaba mojada y llena de charcos. El frío era tanto como cuando sintió la ausencia de su esposa e hija en el palomar. Con los pies empapados, el cuerpo dolorido y el espíritu apachurrado iba de regreso, llorando, llorando, llorando. Un payaso en pena. Un payaso sin nariz. Un payaso que gritaba su desgracia en medio de la noche y la llovizna. Un... un... sí, un payaso sin nariz que perdió su gorra... su gorra italiana.
Martín Dupá
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Lo que se comenta allá, en hi5:


Xiobella dice: 03:00 PM


Gracias por el relato, en verdad me gusto, muy conmovrdor. Feliz año! chao




Я° YunUėN dice: 07:25 PM


Emotivo y dolorosamente irónico. Hermosas imágenes (visuales y literarias).




Martín Dupá dice: 07:58 AM


Amigas, gracias por sus comentarios.
Un abrazo!




luz María dice: 07:01 PM


Muy tierno y conmovedor.Un relato hermoso y a la vez, triste, me gustó. Felicitaciones. Bye.




Cynthia dice: 12:48 PM


esta chido,me gusto!
feliz año!




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LOS COMENTARIOS (1)

Por  thoni
publicado el 27 noviembre a las 01:59
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ME gusto el relato, mas se volvió todo una porquería tu historia cuando mencionaste que los hombres que lo mancillaron estaban fumando y que mas que MARIHUANA. Se ve que desprecias o discriminas a esas personas. que irónico que escribas una historia de Payaso enfatizando su desdicha y tomes en cuenta que quienes hacen uso de tal droga aun tienes igual o mas desdicha, tristeza que aquel payaso..... pero por muu