Revista Diario

Un perro, un amigo.

Publicado el 20 junio 2011 por Mariaelenatijeras @ElenaTijeras
Un perro, un amigo.En determinadas ocasiones tenemos la inmensa fortuna de que pase por nuestras manos una historia que nos conmueva, que nos haga replantearnos el por qué o el cómo de las cosas, que abra ante nuestros ojos un universo de altruismo y de bondad ...... esta es la historia de Canelo y merece ser contada.
Canelo, perro de andares pausados y lánguida mirada, era el único apoyo de su amigo, un vagabundo aquejado de una enfermedad renal que le obligaba cada semana a pasar por el departamento de diálisis del Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Para esta persona, al que la vida le había dado cruelmente la espalda, el perro era su principal consuelo , su única fuente de cariño en este mundo y juntos caminaban con paso firme mirando con pesadumbre pero con atisbos de contenida felicidad el lento transcurrir del día a día.
Una jornada, como cualquier otra de visita al hospital, el hombre se despide de su amigo con su habitual " espérame aquí, chaval". Canelo, obediente, se sienta delante de la puerta como siempre y aguarda. La fatalidad, compañera inseparable de los más desafortunados, planea sobre el centro sanitario posando su decrépito aliento sobre el amigo de Canelo .... no volverá a salir del hospital, muere tras una larga complicación. Nuestro can, ajeno al suceso, sigue esperando impertérrito a que su compañero salga como de costumbre. Trancurren las horas y un pensamiento parecido a "algo debe ir mal" debe de cruzar por la mente de Canelo, pero el continúa impasible en la entrada de "la residencia" aguardando esa voz y esas caricias que tanto anhela.
Las horas se transforman en días y los días en semanas, las semanas a su vez van dando paso a los meses y Canelo apenas come, su caminar se ha vuelto más lento y su mirada más triste, pero él, fiel como el que más, acude diariamente a su cita con la soledad de la puerta de la entrada del hospital, se acurruca y dirije sus nostálgicos ojos hacia el lugar por donde debe de salir su compañero de fatigas .... pero no llega.
Los meses van transcurrieno lentamente, sin prisa pero sin pausa, dando una nostálgica bienvenida a los años, pero este ser maravilloso y excepcional sigue dirigiendo sus pasos, cada vez más pausados y cansinos, hacia el lugar donde vio por última vez partir a su amigo en pos de su curación .... sigue sin volver, sin embargo Canelo continua conservando la esperanza de que en algún momento aparecerá y podrá corretear a su alrededor como hacía antaño esperando esa amable caricia que simbolizaba todo el amor y el cariño que había entre ellos. Mientras tanto, nuestro noble protagonista se ha convertido ya en un icono de las calles gaditanas, ha sobrevivido a la perrera y su funesto final gracias a un indulto impulsado por un movimiento popular y se ha escapado, además, en varias ocasiones de generosos hogares que querían acogerle, sin éxito, para retornar al lugar de donde él no se quiere separar .... de la puerta del hospital.
Un frío día de principios de diciembre, la muerte, compañera inseparable de la fatalidad, vuelve a rondar sin misericordia por las calles de la Tacita de Plata. Canelo, apenas sin energía, con la vista cansada y las articulaciones doloridas por el paso inexorable del tiempo cruza una calle cercana a su lugar de espera, sus reflejos otrora prestos reaccionan con lentitud y un vehículo conducido por un desaprensivo le golpea sin piedad dándose cobardemente a la fuga. Nuestro héroe, transido por el dolor y tiñendo el asfalto gaditano de púrpura, gira lentamente su cabeza en un último y titánico esfuerzo por posar su mirada que se va apagando de forma lenta, pero inexorable, en la puerta del hospital; sus ojos tranquilos y limpios transmiten una gran serenidad ...... serenidad mezclada con pequeñas dosis de felicidad porque a través de la niebla que se está formando a su alrededor ve acercarse a su amigo, a su compañero, que le sonríe  y que viene con los brazos abiertos para abrazarle y acariciarle como tanto echaba de menos. Canelo piensa ..... por fin volveremos a estar juntos.
Esta es una historia completamente real, la de un ser excepcional, fiel y noble que supo ser libre y leal hasta la muerte. Doce años estuvo Canelo aguardando a que su amigo (me he negado en todo el relato a llamarle amo o dueño) saliese del hospital  en un ejemplo de amor totalmente maravilloso. Desde este teclado, con la mayor humildad de la que puedo hacer gala, mi más sincero reconocimiento para este perro cuyo excelso comportamiento me ha ayudado a intentar ser un poco mejor como persona. Mi admiración absoluta a este noble animal al que los gaditanos han honrado dándole su nombre a una calle y colocando una placa con una inscripción en la que se realza la lealtad de este perro extraordinario. Este es un homenaje para ti y solo para ti ..... Canelo.
  

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