Revista Literatura
La quietud y el silencio representaban su papel estelar a las tres de la mañana.
Desistí en mi lectura tras comprobar que mis ojos necesitaban descansar después de leer trescientas páginas seguidas. Lo dejé en la estantería superior de mi cama, apagué la luz y me aferré a mi almohada.
Giré bruscamente mi cuerpo con el fin de olvidar tus caricias, pero no pude hacerlo. Solté una lágrima por ti. Una violenta lágrima que tenía su origen en mi corazón.
<< Será la última que derrame por ti>> Me engañaba cada noche.
El claro de luna iluminaba mi muñeca, justo en la zona donde antes había un reloj; ahora, la marca. El destino quiso que aquel momento se volviese eterno, que perdurara para siempre en mi memoria. Ahora, solo queda el triste recuerdo. Un recuerdo ahogado en lágrimas.