27/07/2021
A mediados de 1977, llegamos a vivir a las orillas de San Juan Tezompa, en el cerro, alejados del pueblo en una colonia nueva, apenas poblada. Antes que nosotros, llego a vivir aquí mi tío Juan, hermano de mi madre y eso nos daba seguridad, ya que al ser viuda mi madre y yo un adolescente de 14 años, siempre nos sentíamos un poco expuestos a lo solitario de la zona.
Una mañana, salude a Doña Domitila, nuestra vecina inmediata, quien se divertía viendo jugar a sus hijas con mis primas y mi hermana. Intercambiamos algunas palabras y de pronto con cara seria, me dijo- ¿Oyeron chillar al muerto, anoche?
Sorprendido y desconcertado, negué con la cabeza, mientras buscaba en mi memoria algo relacionado, sin encontrarlo. – No, no que yo recuerde. Doña Domi. - conteste.
- Que bueno, muchacho. Porque chilla re´feo. Da mucho miedo. Si lo escuchas, te pones todo chinito y si lo escuchas cerca, es porque anda lejos, ahí no da tanto miedo, pero si lo escuchas lejos, es porque esta cerca y da mucho miedo. ¿No has visto la reata con que se ahorcó? Ahí sigue, todavía en la rama, ya medio podrida. Si no, pregunta y que te la enseñen.
Esa fue la primera vez que escuche hablar del muerto y en alguna de nuestras correrías por el cerro, mis amigos me mostraron la mencionada cuerda que aun pendía de la rama del árbol en que un joven se había suicidado.
Al paso del tiempo, escuche la misma historia algunas ocasiones mas, lo que permitió que se alojara en algún rinconcito de mi cerebro, sin hacerse notar demasiado.
Pasados varios años y ya casado y con 28 años de edad, viviría una noche inolvidable. Esa noche después de cenar, me recosté y encendí el televisor para distraerme mientras me llegaba el sueño pero el tiempo fue pasando sin conseguir dormir. Tanto que comenzó el programa nocturno de Verónica Castro, en el que aparecía Locomia, un grupo español bastante estrafalario.
Una vez que el programa finalizo, decidí bajar al baño (Ubicado en el patio de la casa) antes de dormir y recuerdo que al salir a la escalera me llego claramente el sonido de un baile en un pueblo vecino (Mixquic, tal vez) con toda claridad escuche la despedida y una última canción. Desesperado por no sentir sueño culpe al calor de la noche y me senté en la escalera a fumar un cigarrillo, pensando que el fresco de la noche me permitiría conciliar el sueño, mientras fumaba plácidamente, me sorprendió una sensación de inquietud, que me apremiaba a entrar en mi casa, pero al no ser visible ninguna causa, opte por terminar mi cigarro. Ya estaba por levantarme, cuando escuche el sonido inconfundible de unos pasos en tacones, esto me produjo mucha curiosidad, ya que en mi calle no pasaba mucha gente y menos a esas horas. Me levanté y subí un par de escalones para observar de quien se trataba y vi pasar a una señorita muy arreglada, con una bolsa no muy grande colgando de un hombro. Me llamo la atención su forma de caminar, muy “Plana” Como si solo se deslizara. Termine de subir la escalera y desde el descanso, la seguí con la vista, hasta que desapareció en la esquina, espere a verla reaparecer, para ver si la reconocía, pero no sucedió, después de unos momentos decidí meterme a dormir y dejar el asunto en paz.
Cuando me acosté, sentí el placer del calor de la cama y la compañía de mi mujer y mi hijo, aun bebé. supuse que no tardaría en llegar el sueño, cuando se dejo escuchar un grito (CHILLIDO) verdaderamente espeluznante, que me alerto, parecía provenir de la calle, a unos quince metros de mí, yo joven de 28 años, acostumbraba a salir a la menor provocación y enfrentar a cualquier borracho o escandaloso, que me hiciera sentir molesto, esto me había ganado el respeto de mis vecinos, cosa que me hacía sentir muy orgulloso, pero en esta ocasión, quede literalmente pegado al colchón y aunque sentía la obligación de salir a enfrentara quien profería semejante grito, algo en mí, me impidió levantarme.
Lo mas que conseguí fue sentarme y mis sentidos se agudizaron, esperando a ver qué pasaría a continuación, pasados unos segundos, se volvió a escuchar el mismo lamento Aaaaaaaaaaahhhmmmm. Mezcla de pena y dolor, sin que hubiera ninguna decisión consiente de mi parte, mi cuerpo se tumbó nuevamente y un miedo que nunca sentí antes me invadió por completo. Aunque el grito parecía alejarse, me dio la impresión de que un algo se aproximaba en consecuencia. Solo atine a cubrir a mi hijo y mi mujer con las cobijas completamente y en esa oscuridad, Inicie una oración rogando a Dios que no permitiera que se despertaran a padecer lo que yo estaba pasando.
La oración me sosegó un poco y pude notar que la temperatura había bajado notablemente, busqué en mi mente algún argumento que explicara lo que estaba sucediendo, alguna explicación lógica, que disminuyera ese miedo enorme, tan grande que abarcaba a mi familia entera, ese miedo que me tenía inmovilizado e inútil para defender mi casa. El frio me envolvía a pesar de las cobijas y en la oscuridad de ese improvisado refugio, escuche nuevamente ese alarido cada vez mas largo, mas duradero, que parecía alejarse y en vez de relajarme, de alguna manera presentí una presencia, que se acercaba mientras el sonido se alejaba, mi respiración se volvió pesada, mientras eso se acercaba por la escalera y cuando calcule que estaría en mi puerta a punto de entrar, mi cuerpo empezó a sacudirse incontrolablemente, el sonido aquel se alejaba y parecía eternizarse. Yo ya estaba convencido de que ninguna garganta humana o animal en este mundo, era capaz de proferir tanto dolor, tanta soledad y tanta angustia en un solo sonido. Cuando aparentemente, aquello se acercó a la cama, mis dientes castañetearon con fuerza y tan sonoramente, que temí despertar a mi familia.
Podía sentirlo de pie a mi costado, con la cabeza agachada observándonos, imagina que tomaba las cobijas y las arrancaba, destruyendo en un solo movimiento, nuestro improvisado refugio. Mi respiración era cada vez más difícil y creo que si hubiera intentado hablar, me hubiera resultado imposible. Era tal la influencia a que me encontraba sometido. El tiempo parecía no avanzar y por un momento, mi cerebro me mostro la imagen de mi cadáver con cara de terror, cuando me encontraran por la mañana, no pude aceptar esa idea y mentalmente me dirigí a el causante de mi terror
No se quien seas, ni por lo que hayas pasado, no conozco la causa de tu dolor, ni lo que lo haya provocado pero a ti que tanto sufres , te ruego que no nos causes mal y si algo puedo hacer por ti ,solo házmelo saber.
Aquel aullido, del que no podía dejar de estar pendiente se perdió en la distancia y fue como si al mismo tiempo la presencia se desvaneciera. No pude dormir y aunque al rato escuche los sonidos de trafico de la avenida cercana y la claridad del amanecer ilumino la habitación, yo me negaba a dejar la cama.
Durante un par de semanas sufri la secuela de tal experiencia, cuando de la nada y sin razón aparente, fuertes miedos me recorrían el cuerpo, hasta que acudi al medico y me receto calmantes.
Un par de años después, mientras cavábamos con mi cuñado una fosa en el patio de mi casa salió a colación el tema y después de escucharme, pregunto. - Oye, ¿no viste a una chava? ¿No se te apareció una vieja muy guapa y bien vestida?- Al notar mi gesto de reconocimiento, asintió con la cabeza y continuo- Si, nosotros un día andábamos de borrachos, por ahí de las dos o tres de la mañana, en Tetelco. Éramos como cinco cuates y se nos apareció. ¿Tu, donde la viste?
- Aquí, en la calle, paso caminando, se oían sus tacones. ¿ A poco es espanto?
- ¿Le viste los pies?
- No, la tapaba la barda.
- ¡Que bueno! Porque no pisa, aunque se oyen los pasos, viene volando, como a unos treinta centímetros del suelo y despuesito de ella, chilla el muerto. Nosotros nos echamos a correr, cada quien por su lado. Ya al otro día nos contamos, pero que duro ese asunto.
Hace treinta años de ese suceso y yo cada que me acuerdo, vuelvo a rogar a Dios que no se repita.