Desalojos y derribos: un claro ejemplo de cómo se hacen las cosas en Vallcarca. Ante la necesidad de construir rápidamente ciudades enteras, nos disponemos a construir cementerios de cemento armado, Vallcarca no sirve al capital así como es, o mejor dicho, como era. Encaramado a la montaña del Carmel, el barrio de Vallcarca era un conglomerado de casitas, villas y torres. Pues bien, ese barrio, antiguo destino de veraneantes alejado de la ciudad, ese “sublime barrio de Vallcarca”, “insuperable gueto espiritual” para el poeta Cirlot, ha empezado su desaparición. La historia es conocida (y más en Barcelona): el barrio se abandona, las casas no se rehabilitan…
Es entonces cuando el barrio comienza a recobrar vida; la gente entra a las casas abandonadas para volver a utilizarlas como viviendas, pero también para darle un uso social, cultural, lúdico o político como centro social. Durante años se realizan numerosas actividades como charlas, talleres, conciertos, teatros, cine, comedores… Parte de los vecinos, que se niegan a abandonar su barrio, se unen también a estas actividades. Vallcarca recupera ese aire de pequeño pueblo.
Pero esto no se ajusta a los intereses de la casta de empresarios de nuestra estimada Barcelona. Vallcarca es un tumor a extirpar, como otros muchos barrios similares. Máquinas, grúas, policías, seguratas. Se derriban las viejas torres, llenas de encanto, con sus jardines melancólicos, para elevar horrores modernos donde meter diez, veinte veces el número anterior de habitantes. La gente del barrio no solo se queda sin casa, sino que también pierde lazos humanos, partes de su pasado y de su historia, referentes de todo tipo; sus lugares de encuentro, espacios de creación y reflexión. Pero el mercado, este desconocido omnipresente, nada entiende de esto.
*extracto del blog: La destrucción de Barcelona
Desalojo de “La Ruinosa” en okupesbcn.squat.net
Fotógrafo: Ione Lameiro Garaioa
Post Original: Terra de Ningú