La cálida tarde hacía aumentar aquel olor algo dulzón que emanaban sus aguas. Tonino miró hacia atrás al salir de la callejuela, creía haberlos despistado. Cruzó el puente por encima del estrecho canal y se encaminó hacia la iglesia de San Eustachio. Justo cuando iba a entrar vio a uno de ellos y giró en redondo para volver a enfilar la misma callejuela, los tendederos lucían impecables llenos de ropa, una sábana blanca le rozó la cara, desprendiendo un agradable olor a limpio. Le pareció de mal augurio aquella coincidencia, desechó el pensamiento y apretó el paso. El siguiente punto de encuentro era en los urinarios de la Plazoleta de San Polo, aún faltaba un trecho, calculó su recorrido para no caer en una emboscada. Huir en una ciudad con canales es realmente complicado a no ser que puedas volar. Con esta última entrega acabaría de una vez con este asunto y podría salir de aquella apestosa ciudad, no entendía que a la gente le pudiera parecer romántica. Oyó un silbido pasar muy cerca de su oído, dicen que las que oyes ya no son peligrosas, porque ya pasaron, no se detuvo a esperar por la siguiente y entró en el primer portal que encontró abierto. Subió las escaleras y entró en una vivienda que tenía la puerta entreabierta. Intentar que no se oyera su respiración y el tamborileo de su corazón le resultó un gran esfuerzo de concentración. Simplemente se detuvo, se pegó a la pared y prestó atención. Tras unos minutos comprobó que no había subido nadie al piso, pero dentro de la casa había alguien.
....continuará .....