Madrugada del jueves. 02 horas.Los perros llevan ladrando como posesos un buen rato. Ya no puedo más y salto del sofá del cuarto de la tele, donde me he quedado frita. Abro la puerta de la terraza y enciendo la luz. Blondie, Chispa y Rocky ladran como posesos a algo o a alguien que ha de estar encaramado a uno de los arbustos que rodean la piscina. Les grito que qué pasa y, mientras los otros dos ladran caóticamente, la vieja Chispa se sienta y me marca con la mirada por dónde se encuentra el intruso.Me dirijo al salón-comedor-cocina, al ordenador ante el cual todavía se halla, insomne, mi amor de vidas. Le explico lo que ocurre y le pido que, armado con una linterna, baje a ver con qué se encuentra.Así lo hace. Pero tras mirar y remirar no ve nada. Los perros parecen calmarse bastante, así que vuelvo a tomar la horizontal.Sobre las 07:30 de la mañana del jueves, vuelven a aullar como locos. Remoloneo un poco, acostada. Pero sobre las 07:45 ya salto como una gimnasta y bajo al jardín. Nada más llegar, la veo. Hay una "bola pinchante" asustada a la que acosan sin parar. El pobre erizo lleva toda la noche aterrorizado por mis tres canes. Con las manos desnudas, intengo agarrarlo, pero Blondie y Rocky comienzan una acalorada discusión-pelea entre ellos. Por lo que opto por volver a entrar en casa y hacerme con uno de esos pequeños contenedores plásticos donde introducen los semilleros para su venta. Asimismo, una vez de vuelta en el jardín, abro una bolsa de galletas para perros y les lanzo un buen puñado algo lejos. Aprovechando su siempre voraz apetito, agarro al asustado erizo moruno africano y lo meto en el "tupper plástico".
Ni siquiera sé si está bien. Supongo que sí, porque veo que respira y no hay rastro alguno de sangre: ¡cómo para pegarle un mordisco!Le dejo un ratito dentro del contenedor. Poco a poco empieza a relajarse y empiezan a asomar su trompita preciosa y sus patitas.Coloco un bebedero con agua en la terraza de la cocina. Sospecho que con la canícula actual que estamos soportando intentaba acercarse a los bebederos de los perros o al agua del estanque en que anda reconvertida nuestra piscina.Cuando ya le veo más relajado, lo suelto en dicha terraza. Al poco, ya anda corriendo de aquí para allá, aún temeroso, buscando un refugio donde dormir y pasar el día, puesto que son animales de hábitos absolutamente nocturnos. 
Poco a poco va quedándose más tranquilo y finalmente opta por meterse bajo un cañizo que el viento ha medio arrancado y que aún no habíamos reparado.Allí permanece dormido y tranquilo durante todo el día.De vez en cuando nos acercamos a comprobar que está bien.Decidimos soltarlo en la finca, puesto que es un insectívoro muy beneficioso dentro de lo que es el cultivo ecológico. Lo haremos al caer la tarde, cuando comience a "desperezarse".Así lo hacemos y, sobre las 20 horas bajamos a las huertas con él. 
Los ciruelos de la finca están a rebosar de frutos. Con el viento de estos días se han caído bastantes ciruelas. Siempre dejo unas cuantas en el suelo para pájaros, lagartos y demás fauna. Creo que estará bien soltarle bajo el último de los ciruelos, casi al final de la finca, donde existe muchísimo follaje. 
En un principio permanece absolutamente quieto, de nuevo, formando una bola. 
Nos alejamos un poco y empezó a relajarse.
Hasta que corrió a vivir nuevas aventuras y a descubrir nuevos lugares...
...O eso creíamos...Porque Espinetillo (así lo hemos bautizado) regresó a nuestro jardín, tras haber atravesado toda la finca, anoche.Sobre las 4 de la madrugada un nuevo escándalo perruno.Otra vez a su rescate.Oootraaa vezzz en la terraza.Oooooootttttttraaaaaaaa vezzzzzzz bajo el semidestrozado cañizo.Esta noche nos lo llevaremos por uno de los senderos forestales y lo soltaremos en el bosque. Si después de esta nueva intentona regresa a casa, ya me lo quedaré. Pero antes prefiero que intente disfrutar de su vida en total libertad.¿Acaso tengo imán animal?
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