En el año 1864, Ámsterdam carecía de un pulmón verde representativo como los que se habían erigido en otras metrópolis del mundo para que sus habitantes escaparan del ruido y la vida intensa propia de las ciudades. Los jardines de Luxemburgo, Kensington Garden, el Central Park, eran espacios públicos donde los residentes de las capitales alternaban paseos y vida social con el contacto con la naturaleza: los impulsores del proyecto en Ámsterdam encontraron ocho hectáreas en una zona pantanosa y así comenzó el diseño del denominado originalmente Nieuwe Park.
El paisajista L.D. Zocher fue el encargado de delinear el nuevo parque con un estilo netamente inglés: avenidas, estanques y glorietas dotaron al espacio verde de encantadores recovecos y en 1865 los paseos a caballo y las caminatas dieron cuenta del éxito de la iniciativa. Ámsterdam contaba por fin con un parque que dos años después adoptó el nombre del poeta holandés Joost Van Den Vondel, cuya estatua se erigió en el centro, que muy pronto fue elegido como sitio de esparcimiento de sus habitantes.
Diez años después se incorporaron 40 hectáreas más y quedó conformado el encantador jardín urbano concebido como un paseo sito en las afueras de la ciudad, que con el crecimiento de la urbe se emplaza actualmente entre la animada plaza Leidseplein y Museumplein, donde se encuentran los museos más importantes de Ámsterdam. Nosotros transitamos en varias ocasiones su superficie, tanto para caminar, para tomar algo caliente pese al frío de la mañana en las terrazas al aire libre de Vondeltuin y para fotografiar la naturaleza plena que despuntaba al comienzo de la primavera boreal.
Entre la pinacotecas que se encuentram en Museumplein, los amantes del arte contemporáneo tienen una cita impostergable en MOCO, el Museo de Arte Modermo y Contemporáneo inaugurado en abril de 2016. Más pequeño y menos concurrido que los demás, no requiere de entrada previa para acceder y el recorrido no demanda tanto tiempo, así que resulta una buena opción para quienes viajan acompañados por sus hijos más pequeños. El edificio merece un comentario aparte: una bella construcción de 1904, con techos artesonados y ventanas acristaladas diseñada por Ed Cyupers situada entre Rijksmuseum y el museo Van Gogh.
El MOCO cuenta con una exhibición tan atractiva como imprescindible para los admiradores del street art, pues Bansky, el notable artista callejero cuya identidad aún resulta desconocida, es uno de los expositores cuyas obras notables e irreverentes se pueden admirar en las instalaciones junto a Roy Lichtenstein, tal vez el más notable de los referentes del arte pop, en mi modesta opinión.
Bansky inició su carrera entre 1992 y 1994 en Bristol, razón por la cual se le atribuye origen inglés. El halo de misterio que ha sabido mantener respecto de su aspecto físico y su formación ha incrementado el éxito de sus creaciones, que han sacudido las estructuras del arte desde los paredones públicos de la ciudad elegida. Tal vez el mérito de Bansky no se agote en su originalidad sino en el empleo de esta condición para sacudir conciencias desde espacios populares como las paredes públicas de las ciudades, pues el militarismo, la explotación de los niños y el consumo desenfrenado son los temas recurrentes en sus trabajos más trascendentes.
Particularmente reconozco haber soltado la carcajada ante una de las imágenes más descaradas del artista, en la que se observa a una reina con rasgos similares a la muy pacata Victoria de Inglaterra en una posición de indudable contenido sexual; pero la sonrisa cedió el paso a la reflexión ante las referencias a la guerra, el maltrato animal y la inocencia infantil. Para quien visite Ámsterdam, contemplar cualquier obra de Bansky resulta una interpelación interior que el artista logra con munición más potente que cualquier arma: su indudable talento.
Conservatorium Hotel
Seguramente el arquitecto holandés Daniel Knuttel, diseñador del solemne edificio que se constituyó en sede del Rijkpostpaarbank, tuvo en miras que la distancia que lo separaba del núcleo central de Ámsterdam sería sorteada por el transporte a caballo propio de la época. Con el tiempo el directorio del banco decidió mudar sus oficinas y el abandono comenzó a hacer mella en las magníficas instalaciones.
Transcurrieron cinco años hasta que, en 1983, la música comenzó a resonar entre las paredes vacías: el Sweelinck Conservatorium con sus tres institutos musicales, previa adaptación de la acústica del lugar, inició sus actividades en la antigua entidad bancaria. Durante 25 años los alumnos se multiplicaron y en 2008 el Conservatorio de Ámsterdam se trasladó a su actual ubicación pero esta vez el edificio no quedó vacío, porque la cadena The Set Hotels adquirió el inmueble y el diseñador Piero Lissoni fue el encargado de conjugar historia y distinción con las comodidades necesarias para los futuros huéspedes de un hotel de lujo.
Conservatorium Hotel es un maravilloso lugar para visitar aunque el presupuesto resulte exiguo para hospedarse en sus fabulosas instalaciones. Basta con recorrer el hall de entrada, adnirar la decoración tan original como refinada y tomar un café en el magnífico patio interior acristalado; los amantes de la cosmética y la perfumería podrán deslumbrarse en Skins, un verdadero paraíso para quienes son afectos a estos inofensivos placeres.