Revista Diario

4 tipos antiguos de amor (Y lo que eso implica para nosotros)

Publicado el 15 marzo 2014 por Alxndro @al_x_ndro

Cuando estoy deambulando por pasajes de libros, museos, o los varios recovecos de la red, me maravillo ante todas las ideas que han venido antes de mí. Puedo pasar horas (como cualquier otro mortal con una computadora) yendo de aquí a allá viendo las relaciones entre diferentes ideas, disciplinas, y personas; redescubriendo las ideas sobre las que se supone que se asienta la civilización y realidad en que vivo.

Es algo enigmático, maravilloso y quizás obvio: tantas personas han venido antes de mí también preguntándose en qué consiste estar vivo, cómo puede elevarse a un arte este transcurrir cotidiano repleto de humanas complicaciones… Tanto se ha dicho al respecto y aquí estoy yo, sabiendo tan poco.

Debo reconocerlo, soy un evento más bien reciente, un fenómeno cuya relevancia aún no está definida, un proceso que, con suerte y esfuerzo, logrará su plenitud en algún momento… en algún momento.

Entonces, teniendo toda esta historia humana detrás mío, detrás de nosotros, por un momento me pregunto por qué no miramos más a menudo (y fuera de las exigencias académicas que nos han tocado) hacia las formas de ver la vida previas a la que tenemos cada uno de nosotros actualmente.

Puede que lo que estoy buscando ya lo desarrolló alguien más y bastaría con ir por un libro, o preguntarle a alguien con más edad y experiencia para encontrar lo que me hace falta o una pista en dirección a ello.

4 tipos de amor
Concretamente, en este momento, pienso en parte de la visión que los griegos, concretamente, tenían sobre el amor. Un asunto que, reconozcamos, a todos nos preocupa constantemente y que quizá sea, finalmente, nuestra mayor preocupación entre todas las cosas que nos apremian.

Muchas veces he encontrado por una u otra razón aquella discusión sobre qué es el amor, qué lo compone, cómo sostenerlo, qué hacer con las grandes emociones que desata. Y rara vez se llega a una conclusión final, quizá ver al pasado ayude a definirlo mejor para nosotros hoy, aunque tampoco lleguemos a una conclusión irrevocable.

Busco un poco en internet, sin gran esfuerzo, y encuentro que hay quienes dicen que tenían hasta siete palabras para definir el amor, pero las más primordiales y sustanciales son sólo cuatro:

  1. Storge.- amor familiar, aquel que se siente hacia aquellas personas que sucede que son parte de nuestro círculo inmediato (padres, hijos, hermanos, primos, abuelos), esas personas que suelen estar presentes en nuestra vida por un lazo natural que no cuestionamos, es como nuestra tribu asignada.
  2. Filia.- amor a amigos y amigas, aquel que viene con la complicidad de la afinidad, los intereses, lugares, y labores comunes. Éste puede tener la forma de un afecto como de hermanos, donde el otro es alguien que es parte de una tribu más espiritual en cierta forma (se dice que los amigos son la familia que escoges).
  3. Eros.- amor físico, base del amor romántico, en él participan la atracción física y emocional aunque no siempre de forma armoniosa y balanceada entre los involucrados. Habla mucho a nuestros instintos, es el afecto que más solemos buscar.
  4. Ágape.- compasión, amor hacia todo el mundo, afecto despersonalizado hacia los otros; emparentado con la empatía. Busca comprender a los demás y aceptarlos como son, dar y colaborar con el desarrollo de todos sin tener como motivación fundamental un interés personal.

Cómo podemos aplicar estas distinciones a nuestras vidas
Pienso que podemos estar de acuerdo en que muchas veces buscamos, incluso con un poco de desesperación, un solo tipo de amor (‘eros’, particularmente) que llenará todas nuestras necesidades y que sellará todas las grietas y deficiencias que percibimos en nosotros.

En búsqueda de un amor apasionado y romántico olvidamos que las diferentes relaciones que tenemos en nuestras vidas cumplen diferentes funciones y necesidades (descuidamos a amigos; el afecto que ya tenemos de otras personas nos parece insuficiente).

Y así, buscamos cubrir en una sola persona todo lo que nos hace falta en términos de afectos, dejamos un gran peso sobre nuestros prospectos, pues es difícil que una sola persona pueda encargarse de todos los matices que conforman nuestras personas.

Quizá tengamos que reconocer que aunque lo nombremos y supongamos que es algo estable, aunque haya diferentes tipos de amor, el amor no es algo que podemos encasillar.

Quizá debamos comenzar a acercarnos al amor sabiendo que no es algo definido, no es algo que se nos da y que obtenemos de los otros. Es algo que se descubre y se construye y por tanto puede tener diferentes formas de acuerdo a las personas con las que nos relacionamos en cada etapa de nuestra vida.

Quizá debamos de borrar las fronteras entre lo que es un amigo (a) y un amante, un desconocido y un amigo, un familiar y un amigo (y digan no al incesto, chicos). Puede que la solución a tener una palabra para el amor, o cuatro o las que sean, sea hacernos cargo de lo que puede significar, volcar la respuesta a nuestro interior: ¿Cómo puedo ser amor? ¿Cómo puedo encarnarlo en todas mis relaciones, fugaces o largas, profundas o superficiales?

Se me ocurre que, como el ‘ágape’, el verdadero amor no tiene una dirección particular y discriminatoria. El amor es una forma de ser. Es una serie de conductas, pensamientos, e intenciones. Es una forma de relacionarnos con el mundo, surge de nosotros y la vertimos hacia el exterior.

Esto nos pone en la situación de considerar cómo podemos expresarlo, si es una forma de ser, ¿qué forma tiene a través de mí? ¿Qué acciones tomo, qué pensamientos tengo, qué intenciones tengo al acercarme a otros? Esta situación nos da la oportunidad de crear nuestro propio acercamientos al amor (y encontrar sorpresas en el camino), hacerlo, en vez de responder a lo que se nos dice que debemos buscar y esperar de él.

Quizá te toca crear tu propia definición del amor, con sus clasificaciones y demás. Si no es así, definitivamente te toca participar en lo que creas que puede ser al crearlo activamente en tu persona en vez de esperar que venga hecho y definido a ti.


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