Revista Diario

Si no tienes qué decir, no estás escuchando tu voz

Publicado el 29 enero 2014 por Alxndro @al_x_ndro

En ocasiones sucede que estamos callados. Se nos pregunta que qué pensamos, qué queremos, qué opinamos, qué camino nos parece mejor, y no tenemos respuesta.

No tenemos qué decir sobre nosotros. No es como que no tengamos nada en la cabeza o no tengamos experiencias suficientes para crearnos una respuesta, sino que adentro estamos llenos de dudas, de fuerzas que se contradicen y neutralizan, y zonas oscuras que nos cuesta expresar por vergüenza ante la conciencia de su falibilidad.

En esos momentos parece que no hay ningún lugar en nuestro interior donde podamos pisar firmemente para cimentar y dejar salir nuestra voz.

Pero pienso que éste, probablemente, es en principio un problema más de escuchar que de hablar. La mayor parte del tiempo hay cosas pasando por nuestra mente en un flujo constante (y que, según la hora, sube o baja). Un pensamiento sigue a otro, y a otro y a otro…

Y esos pensamientos muchas veces están compuestos de la materia de nuestras preocupaciones: los desafíos, las cosas importantes, los recuerdos de lo que hemos disfrutado o de lo que nos ha pesado hasta ahora en la vida, los enigmas que son nuestros deseos y los problemas por resolver que les corresponden. En los pensamientos que tenemos estamos nosotros, la esencia de lo que está siendo nuestra vida en este momento.

Lo que piensas, en cierta forma, es lo que defiendes. Si algo te desagrada es porque eres partidario de la experiencia opuesta. Si estás feliz por algo es porque es algo que deseas. Todo pensamiento en cualquier extremo del espectro entero de lo bueno y lo malo corresponde a tus preferencias, ideales, deseos y desafíos.

Los pensamientos que estás teniendo en este momento son una de las formas que tiene tu voz, el mensaje que tienes como persona de acuerdo a tu experiencia hasta el momento en este planeta. ¿Qué pasaría si dijeras más frecuentemente lo que realmente piensas?

¿Qué conexiones encontrarías con otras personas?
¿Qué proyectos comenzarías de inmediato?
¿Qué aprendizajes vendrían a ti a corregir o complementar lo que piensas?

Decir lo que pensamos, escuchar nuestro propia voz puede ser un riesgo. Y es el riesgo de mostrarnos tal y como somos en el mundo, con nuestros defectos y aspiraciones y puntos ciegos. Pero también en ella mostramos nuestras fortalezas, nuestra integridad, nuestra capacidad de expandirnos más allá del lugar donde presentemente estamos.

En ocasiones no estoy seguro de qué sería lo más útil por escribir en este blog; ideas no me faltan pero, francamente, este proyecto no es sólo para mí. Y me siento atorado. En ocasiones leo lo que otros escriben o lo que hacen en su propio medio: encuentro ideas, coincidencias, desacuerdos, pequeños lapsos de envidia ante un pensamiento genial.

Pero al final, si pongo atención a las cosas que me llaman durante mis días, mis preocupaciones, mis descubrimientos cotidianos, y las cosas que más trabajo me cuestan, siempre hay un tema que destaca, un tema de personal importancia por una razón u otra. Y las ideas que me son importantes pero que no atiendo, siempre vuelven a mí. A veces tarde, pero usualmente a tiempo.

Sólo falta tener la valentía consistente de dar un paso a la vez. Primero una palabra, luego una oración, otra más, un párrafo, y pronto tenemos un artículo nuevo.

Quizá, si no encuentras lo que es para ti, es porque no estás poniendo suficiente atención al mensaje detrás de tus pensamientos. Apaga la tv, la radio, el teléfono, la computadora; deja de responder por lo que otros te piden, deja de perseguir lo que en realidad no quieres, deja de aspirar a lo que otros aspiran por sus propias razones. Déjate estar en silencio, escucha.

Lo que te dices es tu voz. Di eso, escribe eso, créalo. Si no tienes qué decir es porque escuchas algo, pero dices otra cosa. Tu voz es sutil y amable, pero también clara y fuerte. Puede asustar escucharla, pero al final es tuya, y sabe qué es lo mejor para ti. Tú sabes todo lo que quieres.

¿Qué te estás diciendo a ti mismo en este momento?
¿Qué forma le puedes dar en el exterior?


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