Raúl es uno de los grandes del fútbol antiguo que se ha mantenido hasta este fútbol que podríamos denominar ‘moderno’, donde se pagan burradas por jugadores y los jugadores ya no son simples futbolistas, son modelos y figuras en la prensa rosa. Raúl, ese hombre tranquilo, que salía al campo a hacer lo suyo, estar en el momento adecuado, en el sitio adecuado, para como muchos lo han bautizado ‘empujar balones’. Su carrera está llena de golazos y también de goles de empujar, pero algo teóricamente ‘fácil’, él lo convirtió en un arte. Raúl era arte y humildad a partes iguales. Nadie recuerda una palabra más alta que la otra y nunca se ha llevado mal con ningún rival. Un señor, que es recordado por callar al Camp Nou, no como ahora, que el que enmudece es el Bernabéu ante unos tipos, que cobran más que esta mítica estrella y que se arrastras por el campo.
Se va un futbolista, que hoy en día, no tendría sitio en un equipo como el Real Madrid y posiblemente, terminara jugando en un equipo de media tabla o fuera de España. Un tipo de otra época, de otro fútbol, que en su día, se vio rodeado de galácticos, que costaron mucho dinero y que tenían un gran cartel, pero que nadie logro sentar y cuando se le sentaba o apartaba de la Selección absoluta, no eran pocos los que clamaban al cielo contra esa decisión. Luis Aragonés, un hombre con los balones en su sitio lo saco de la convocatoria y lejos de patalear, asumió que tocaba una renovación y un cambio generacional. Señorío, como pocos. Hoy en día, un jugador es sentado en el banquillo o cambiado a medio partido y vemos como se genera una pataleta de niño mimado al que no le quieren comprar un juguete o que se lo han quitado, por portarse mal.
Nadie más que él puede decir que se va a otra liga, ya cuando su carrera está terminando y gana títulos y lleva su equipo a grandes gestas. Alemania fue su siguiente parada y de allí se marchó como un héroe, como un grande, con un homenaje que deja en ridículo al que se le hizo en el Madrid después de años de haber salido de la que fue, es y será su casa. No sé cómo se debió sentir al despedirse de la afición del Schalke 04, pero lo que está claro es que fácil no le resulto y la emoción se le notaba. Dos años en los que se ganó a la afición, ganando la Copa de Alemania y la Supercopa y no solo eso, en la despedida, parecía que hubiera jugado toda la vida en el equipo alemán. Increíble.
Tras ese paso, se fue a Catar, donde también gano algunos títulos. Raúl sin ganar títulos allá donde va, no sería Raúl. Así es como se termina su carrera, casi como empezó, ganando títulos. Estados Unidos, como última parada. Allí, en el Cosmos, donde jugara el mítico Pele, gano la NASL. Así se cierra los ciclos y los círculos. Un tío que ha ganado títulos allí donde ha estado y que ha dejado amigos y nunca una palabra más alta que la otra.
Finaliza un ciclo. Se va un jugador de otra época que ha coincidido con un fútbol moderno, más centrado en el dinero y en vender a sus estrellas como modelos, que en el fútbol. Se va, pero con dos espinas clavadas, el no haber ganado una Copa de Europa y una Copa del Mundo con la Selección absoluta, porque con el Real Madrid lo ha ganado absolutamente todo. El fútbol, por cierto, le debe justicia a uno de los mejores jugadores de la historia, a un mito, como a tantos otros, que se han ido del mundo futbolístico sin un Balón de Oro, que justamente merecía y que en el mejor momento de su carrera, se lo quitaron, para dárselo a un jugador inglés, que casualidades de la vida, paso por el Real Madrid sin pena ni gloria, estando Raúl allí. Es de estas cosas del fútbol, que tan buenos momentos da, pero que siempre tiene un momento amargo.
Hombres como Raúl ya no quedan, ahora son niños caprichosos que solo juegan por dinero y se van por dinero, no sienten los colores, se enfadan si se les cambia y si no juegan un partido, ya se quieren ir como alma que lleva el diablo. ¿Cuándo el futbol ha dejado de ser un deporte de hombres, para ser un deporte de señoritas?