Pero gracias a un descubrimiento en la tarde de ayer, mi inspiración volvió... ¿Y de qué quiero hablarles? Como dice el título de los chicos malotes de las novelas, que a más de una nos ponen a mil.
En literatura debatimos “Orgullo y Prejuicio”, de Jane Austen, y pude ver a mi profesora (una mujer adulta, independiente, capaz e increíblemente inteligente), fangirleando como una nena por Mr. Darcy. Y fue hermoso, porque me demostró que sea cual sea la edad, todas hemos tenido un momento de debilidad por el “chico malo”.
Darcy no llevaba una campera de cuero, ni fumaba, ni le decía “babe” a Elizabeth. Nope, sencillamente la ignoró por un tiempo y le dijo que no cumplía con sus expectativas. El orgullo presente ante todo, y cuando ella le contestó de la misma forma, ambos se enamoraron (eso era tensión sexual, pero bueno). ¿A qué voy con todo esto? Que incluso en el Siglo XIX el prototipo de chico malo ya existía... ¡Y no me hagan hablar de Heathcliff!Es así, somos chichés: nos encantan los rebeldes que van en contra de las normas, con un pasado turbulento y una sonrisa traviesa que te calienta hasta las pestañas. El típico chico con campera de cuero, jeans rotos y una moto enorme, que vive de joda y es emocionalmente inaccesible pero que tenemos la esperanza de cambiar.¡Ojo! Que también tengo debilidad por los chicos dulces que me hagan reír, un “mejor amigo” al que le pueda contar todo, que me traiga a casa tempranito y sea bueno con mis padres… Pero porfa, que me robe besos a escondidas y me haga suspirar.Pero estoy divagando y termino con esto: ¿Otra confesión? Conozco a uno de esos bad boys en persona, y déjenme decirles, ese chico fue traído al mundo por los dioses, sabe cómo mirar para que tengas mariposas en la panza. Sabe qué decir para que te derritas, sabe cómo moverse y qué tocar para calentarte. En fin, un adonis en carne y hueso pero al cual veo de lejos… mientras mis fantasías me enloquecen.¿Ustedes tienen un cliché? ¿El “Nerd”? ¿El chico tímido? ¿El vecino de al lado? El mío es el bad boy que me mira y me desarma.