Si se asoman las lágrimas al imaginar.
Si tiembla mi voz al susurrar
las palabras que escribo.
Si debo parar en el camino.
Si debo hacer un ejercicio
de contención antes de seguir.
Si tuve que correr a apuntar
la intensidad antes de empezar
y me arrastro.
Si por el camino me arraso.
Si al terminar suspiro
y sé que lo di todo,
que lo plasmé
tal y como pensé.
No lo dudes, salió de dentro.
Creo que ni intentándolo, ni redactando el párrafo de mi vida o el mayor ensayo sobre la felicidad podría conseguir transmitir mejor lo que siento en estos momentos. Poema que, por cierto, dormía en forma de nota en el móvil y que surgió de pronto, en mitad de la calle. Nota a la que no le hice caso ni recordé que existía hasta ahora, que me releo.
Poema que parece escrito expresamente para esto:
Terminada, al fin. Me queda corregirla (no creo que tarde mucho con ella, está ya bastante revisada), registrarla y ya os podré hablar de ella con un nombre de verdad, no como Páginas de Flores.
Cómo se nota el crecimiento desde la última vez que dije que había terminado un proyecto. Cómo se nota la trayectoria, la madurez. Cómo se nota que esto es realmente algo que tenía que escribir, que necesitaba hacerlo. Cómo se nota el trabajo, la continuidad. Y cómo se nota este período de cambios, de tantos cambios, para dar cuerpo, forma y fondo a todo esto, para que tuviese esencia, para que significase de verdad tanto como significa ahora.
Cómo se nota que esto es el primer proyecto que termino de verdad, sin medias tintas, sin que precise correcciones más allá de las estrictamente necesarias, sin que precise reescrituras. Porque tal y como debe ser desde la primera palabra hasta el último punto.
Cómo se nota que soy feliz por ese punto y final. Páginas de Flores ya es una realidad. Y yo he terminado mi último cuaderno hasta la fecha escribiendo esto.
