Crónica tercera (NaNo 2013)

Muy buenas a todos, señores. En esta tercera entrega de las crónicas de un noviembre cualquiera en el que el espíritu del NaNo se ha apoderado de mí y me hace teclear como una loca sin remedio vengo a anunciar algo que me ha hecho muy feliz y que todavía me tiene casi saltando en la silla: he llegado a las veinticinco mil palabras del reto.
Lo primero que tengo que decir es que estoy emocionada porque es la primera vez que llego a tan alta meta en noviembre. Estos dos años atrás en los que he participado, por unas causas u otras he terminado abandonando siempre antes, así que para mí esta era mi gran meta de este año, y más sabiendo que estoy tan ocupada con los estudios.
Otra cosa que me emociona tanto o más de esto es que, encima, lo he conseguido antes de la fecha prevista, es decir, antes del quince de noviembre, lo cual significa que llevo un ritmo de tecleo diario alto.
Estoy muy emocionada con ello, porque además no todo lo que he estado escribiendo este mes son cosas del reto 365, no. Proyecto ilusión tiene un peso muy importante en todo esto, le estoy dando un empujón muy grande y estoy consiguiendo muchas cosas con él. Tanto es así que cada día que pasa y escribo más de él me doy cuenta de lo mucho que me gusta la historia, de cuánto estoy reciclando del viejo borrador, aunque no se parezcan en nada, y de lo interiorizada que la tengo. Me encanta escribirla, la estoy disfrutando ahora más que nunca.
Por cierto, aprovecho por aquí para comentar que ayer no pude actualizar en Facebook ni en Twitter cómo terminé el día por problemas con mi ordenador. Hay veces que mi trasto tiene el día tonto y ayer fue uno de esos, aunque por suerte no hubo problema con los escritos, pues ya estaban salvados los documentos. Por eso no me visteis ayer comentar nada sobre palabras escritas por ninguna parte, pero no fue porque no escribiese ni mucho menos.
Así que, bueno, actualizamos hoy el contador casi por ayer y por hoy: veinticinco mil doscientas setenta y siete palabras. Casi nada.
Feliz noche, señores.