El momento en que abres una página sabes que tienes que cerrar la anterior, que tienes que pasar página y que el periodo de transición no dure demasiado, puesto que desgasta tus fuerzas. Pero por otro lado es algo necesario mientras te acostumbras (y os acostumbráis) al cambio: no quería decir de un día para otro que adiós al trabajo de años, quería dejar un tiempo por medio donde compaginar todo y así hacer el cierre de mis blogs algo menos traumático. Sé que me leéis mucho por aquí y en las Cerezas, así que no quería ser brusca. Incluso tenía pensada una fecha de cierre, dentro de unos meses, nada inmediato, como parte de esa transición: no iba a ser algo eterno.
Luego ha venido la realidad y me ha recordado un par de cosas. Supongo que suele pasar.
Sinceramente, ahora estoy en un momento en que me preocupa más centrarme que dispersarme. De ahí la idea de la web como sitio donde compaginar la enfermería y la literatura, como bien os expliqué por aquí cuando la abrí. Si mi idea era centrarme eso de tener tanto sitio abierto no ayuda precisamente, como bien he venido comprobando a lo largo de este mes de junio.
Es por eso que al final he tenido que tomar la decisión de adelantar esa fecha de cierre. Para qué aplazarla más, si en realidad mi mente está más pendiente de la web, de los contenidos que quiero crear para ella y de lo que supone trabajar en ellos mientras sigo con mis estudios. Prefiero venir por aquí con menos regularidad si, a cambio, lo que publico en Plan de cuidados literario queda más cuidado y aparece allí con la regularidad que pretendo. Pero luego me digo, ¿para qué vas a publicar en este sitio de higos a brevas si estás construyendo un rincón propio donde vas a centrar tus esfuerzos? ¿Por qué ese empeño de mantener los blogs cuando ya va tocando pasar página?
No ha sido una decisión fácil. Cartas de ilusiones y proyectos lleva funcionando cinco años, en este sitio y a lo largo de todo este tiempo he ido aprendiendo muchísimo. Me ha aportado un montón de buenas experiencias, he podido conocer a bastante gente y he sentido el apoyo de más de uno de vosotros. Y si hablamos de Una enfermera rodeada de cerezas ya ni os cuento: ese blog lleva conmigo desde antes de ser diplomada en enfermería, en octubre cumpliría ocho años de vida virtual.
Podéis imaginar que cortar de raíz el trabajo de estos años actualizando ambos sitios ha sido una decisión tomada a raíz de la experiencia de este mes de transición. No voy a estar más tiempo así, hay que ser práctica: si he tomado la decisión de unificar todo en un mismo sitio es por algo, asumo las consecuencias incluso aunque esto suponga cerrar sitios tan queridos para mí.
En cuanto a las Cerezas... Soy una sentimental. Soy demasiado sentimental. Debería cerrarlo como espacio enfermero, hacer lo mismo que lo que haré con este blog, pero al final he terminado por decidirme por conservarlo. Me tocará borrar un montón (algo rescataré para la web, no os preocupéis), pero pienso dejarlo como cajón de sastre de ese tipo de textos que no casan en ninguna parte. Sin calendarios, sin ser periódica a la hora de publicar: cuando surja y con lo que surja.
Este es, pues, el último post que publicaré en Cartas de ilusiones y proyectos. Os estoy muy agradecida por todos estos años de lecturas y comentarios, tanto que dejaré hasta septiembre este sitio abierto, sin publicar nada nuevo, para que podáis leer lo que queráis hasta entonces.
A partir de ahora, ya sabéis: id a mi web, a Plan de cuidados literario. También podéis leerme en Twitter y por Facebook.