Revista Diario

Día de la poesía 2016

Publicado el 21 marzo 2016 por Isi Lpp
Llega un momento en la escritura en que empiezas a plantearte cosas. Si quieres mejorar, si quieres avanzar, es algo que llega a ti en forma de torrente de preguntas a la que buscas respuestas. Qué género escribo. Si sigo como hasta ahora o pruebo uno nuevo. Si empiezo a empaparme de cursos literarios o no. Si hago caso a los consejos que encuentro en internet. Si pruebo a hacer algo diferente. Qué puedo escribir ahora. Si estaré cómoda o será demasiado para mí. Si me está funcionando o no. Y así hasta el infinito con todas las cuestiones que se os puedan ocurrir, según el caso, por supuesto.
Entonces experimentas, todo lo que puedes y más. Pruebas de aquí y allá, picoteas, dejas aparte, empiezas cosas nuevas, sales un poco de tu zona de confort, etc. Con algunas cosas estarás más cómoda que con otras. Descubrirás que ciertos métodos que a otros les funcionan para ti no son, que otros sí que son útiles. Aprenderás y desecharás a partes iguales. Puede que incluso veas que un género al que hasta ahora hayas dado la espalda es el más adecuado para ti, el que te viene como un guante y te sale con absoluta facilidad. Todo es posible.
Por eso, por más que me plantee escribir textos largos, por más que haya empezado a planificar una historia sé que soy lenta con ellas. He aprendido a base de todos esos experimentos e historias en el cajón, ya sea por haberlas terminado o abandonado, que es un proceso que me va a llevar mucha más energía de la que parece y prefiero tomármelo como algo a largo plazo, con calma, según me apetezca, sin olvidar su existencia. No es el mejor método, pero prefiero concentrar mis fuerzas en otros asuntos (examen EIR).
También por eso sé que el género que me rescata, que hace que conecte mejor con mi interior y que acabará arrancando de mí tanto lo bueno como lo malo, a pesar de que mucho de lo que escriba no vea la luz, o vaya a tardar en verla, es la poesía. A pesar de que durante años haya estado sin tocarla fueron mis comienzos, mis primeras letras, y eso siempre tira. Por más que intente escribir algo largo, y tengo planes de ello, siempre asoma por el horizonte volver al verso, creo que es uno de los motivos por los que me cuesta tanto hilar historias (además de la autoexigencia, por supuesto, y esto daría para un post al respecto).
Hoy, veintiuno de marzo, quiero dedicarle esta entrada al Día Mundial de la Poesía. Lo hago no ya por lo evidente, como parte de la literatura, algo que me gusta, que escribo y demás. Dedico estas letras porque para mí se ha convertido en otra forma más de hilar historias, de expresión a unos niveles para los que la prosa a veces puede que no sea suficiente.
Qué mejor que dedicar, por ello, un poema al respecto de ese sentimiento que me provoca la poesía. Al fin y al cabo, se trata de comunicar.
Día de la poesía 2016 [clic en la imagen para leer Comunicar]

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