Revista Diario

Eleuterio

Publicado el 07 octubre 2010 por Chirri
Lo recuerdo como si fuera ayer, tras ver en televisión como Estados Unidos lanzaba otra nave de la misión Apolo, pregunté a mi padre:
- Papá, ¿España ha mandado algún cohete a la Luna?
- Si, hemos mandado uno.
- ¡Ah! ¡Que bien! ¿Y como se llama la nave?
- El curamilitar
- ¿El curamilitar?
- Si hijo, hemos puesto un cura y encima un militar y así, con todos los curas y militares que hay en España, hemos conseguido llegar a la Luna.
Por supuesto que tardé varios años en comprender la ironía que conllevaba la respuesta, digna de los chistes apócrifos de La Codorniz, en aquél instante sólo comprendí que mi padre me estaba embromando y poco más.
Viene esto al caso, que otra vez tuve una inquietud parecida y no me atreví a preguntar a mi padre, el caso es que en la televisión de esa misma época, aparecían noticias de un peligroso delincuente con un nombre raro, como de pueblo, que se llamaba Eleuterio y además acompañaban al nombre diciendo que era “Alias El Lute”. Bueno, en esto si me atreví a preguntar, esta vez a mi madre, por el significado de la palabra “alias”, suponía que no era parte de su apellido, pues yo recordaba que un cierto ministro al que mi padre, no sé por qué, le llamaba el carnicerito de Málaga (igual es que tenía una carnicería), por lo que estaba claro que Arias no era el apellido del afamado Eleuterio, mi madre rápidamente me indicó que “alias el Lute” era el mote de este personaje.
Satisfecha mi curiosidad por esta parte, me corroía una duda, ¿por qué un señor que para la tele era el más abyecto criminal, para mi padre y muchos padres de mis amigos era poco menos que un héroe? El mundo al revés, el ladrón es bueno y la policía es la mala, mal vamos, esos no son los valores que nos iban inculcando, ¡que diría mi profesor de Formación del Espíritu Nacional! La verdad es que no diría nada, o que diga lo que quiera, es una “maría” más, de las que se aprueban sin estudiar.
Pasados los años, recordé con añoranza, cuando iba a manifestaciones, más o menos autorizadas y corría delante de los grises, como en el verano en la sierra, al antiquísimo juego del rescate, le habíamos rebautizado como jugar “ al Lute”, no hay que decir que todos queríamos ser el Lute, el Toto y el Lolo, estos últimos nos enteramos que eran sus hermanos y por supuesto, nadie quería ser de los grises que tenían que perseguirles, desde luego el régimen político que agonizaba, sin quererlo, había hecho un nudo en la horca.
Ese verano vinieron desde Alemania unos chavales a veranear a Alameda, nos quedamos de piedra al comprobar que allí, en el mismo lugar donde mi padre estuvo de emigrante y nos querían tan mal, pues no nos votaban en Eurovisión, ¡le conocían!, además se rumoreaba en los círculos paternos, que el susodicho Eleuterio, podría estar camuflado de emigrante en la mismísima Alemania.
¡Que tipo más genial! Mi generación creció admirando los logros de el Lute, sus fugas, eran nuestras fugas y sus capturas nos dolían a todos, su ascensión a la vida universitaria y el título de abogado nos ilusionó y cuando por fin salió en libertad, sentimos su libertad como nuestra, como si otro dictador hubiera fallecido.
Eleuterio

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