Habíamos quedado Anxo y yo en la estación de tren del pueblo desde donde fuimos, con las indicaciones que nos dieron, hasta la plaza del ayuntamiento. Ahí nos perdimos un poco (y tiene mérito, con lo pequeñito que es Massalfassar, una cajita de cerillas rodeada de huertas) hasta que nos orientaron para llegar al centro cívico, donde se celebraba el maratón. Y justo a tiempo, que entre trenes y vueltas íbamos con la hora pegada.
En la primera fase nos presentábamos unos sesenta participantes. Nos dieron una frase con la que debía empezar el microrrelato, el límite de palabras (mínimo cincuenta, máximo ciento veinte) y veinte minutos para escribirlo. Fuimos treinta y séis los que pudimos pasar a la siguiente ronda, una servidora incluida, pero Anxo no pudo. El tiempo le jugó una mala pasada y no le dio tiempo a pasar el relato a la plantilla que nos dieron. Una lástima.
En la segunda nos dieron la frase del final, no la del principio, y las mismas normas de antes. Pasamos veinticuatro.
En la tercera lo que nos dieron fueron dos palabras que tenían que aparecer tal cual nos las dijeron, sin variarlas, en el texto. Mismas reglas y pasamos esta vez a la siguiente ronda doce.
La cuarta fase era como una semifinal. Nos iban a poner una imagen para que nos inspiráramos, pero por falta de proyecto la imagen fue el propio jurado. Mismas normas del principio. La verdad es que el texto este me vino en seguida y lo disfruté como una enana.
Después de una espera corta (y la verdad hay que decir, fueron muy rápidos y organizados de principio a fin) anunciaron a los finalistas nombrándonos por el número al azar que nos dieron para firmar cuando nos inscribimos. Fuimos cuatro.
La final fue diferente al resto: una frase para empezar y una vuelta de tuerca a las reglas (quince minutos en vez de veinte, máximo cincuenta palabras). Tuve la suerte que esa asociación de ideas que suelo hacer me trajo a la mente una imagen rápidamente, así que pude escribirla sin problemas de tiempo.
Los cuatro finalistas, ordenados en cuanto a valoración final, fuimos:
- Cuarto premio: Iván Canet.
- Tercer premio: Manuel Salvador.
- Segundo premio: Ernesto Salcedo.
- Primer premio: Isabel Garrido (aquí presente, la abajo firmante)
Nos entregaron un diploma a cada uno y el premio correspondiente. Los de Valencia Escribe habían organizado una comida también, pero Anxo (con toda la paciencia del mundo me había esperado y acompañado en los intermedios) y yo nos volvimos a Valencia, donde comimos y pasamos el resto del día juntas.
Desde aquí quiero dar las gracias a la organización una vez más por lo bien que lo tenían todo atado, que hasta las esperas entre ronda y ronda fueron rápidas, y a todos los que me han ido felicitando desde entonces.
Y ahora a seguir trabajando, que hay más letras en el horizonte. Nos leemos, señores.