Juguetes Rotos

Recuerdo dejarnos en puntos suspensivos. Mis preguntas demasiado largas y tus respuestas tan pensadas. Nos quedamos en el aire en un día de lluvia, empapándonos hasta pesar más que el mar, incapaces de planear más allá del no caer.

Diría que fuimos educados, aun solo siendo consecuentes. Diría que atrevidos y distantes. Diría más que eso. Nos llamaría cobardes inmigrantes.

Recuerdo querer cuidarte entre algodones incluso cuando decías querer caerte de la cama. Recuerdo oírte decir no a dos centímetros de mi cara y yo para mis adentros diciendo que no te creía nada.

Tan de lejos que nos íbamos a ir, nos quedamos viviendo al lado para no vernos a menudo. Tanto que nos íbamos a olvidar que nos juramos respeto eterno. Tanto nos fuimos de la boca y de las manos que dejamos de entender nuestras lenguas de palabras y de signos. Tanto que no hicimos y lo dijimos que fue más por no que por sí.

Podíamos haber seguido en guerra si te hubieras ido cuando dijiste, en lugar de quedarte a vernos marchitar. Podría haber seguido jugando a conquistar tu bandera desde lejos, sin miedo a que nos castigaran sin recreo. Pudimos elegir jugar y hacernos mayores en lugar de coleccionarnos tras estuches de metacrilato. Pudimos dejarnos crecer al natural y no truncar nuestro tiempo de  juegos. Pudimos cuidarnos mejor sin saltos en la cama.

Ahora ya de grandes jugar nos parece lejos. Tan lejos como el tiempo que hace que no te veo como cuando te vi de veras. Tan lejos como el sitio donde me han contado que estás ahora. Nos pintan viejos y de lejos. Nos pegan más los juguetes rotos que nos dejamos en los bolsillos.