Por: Oswaldo Bernal
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Es más común de lo que se cree, notar cómo las emociones tienen fechas de vencimiento, que no es otra cosa que el profundo desinterés de las personas hacia los demás, y el sello evidente del individualismo funcional. Si alguien está “feliz” y alegre por un logro, un acontecimiento o alguna circunstancia que le favorece, y le hace “sentir” lo bello de la vida, es aplaudido por las personas que lo rodean. Sin embargo, al poco tiempo, y según el sentir de “los otros”, estos que no viven su “felicidad”, empezará a hacerse notorio cómo dicha felicidad de uno, empieza a molestar a otros, los rostros cambian, al igual que los tonos, los reproches emergen, y los insultos aparecen como eufemismos.Así sucede con el dolor, que convoca frecuentemente a los cercanos, amigos y familia, tanto como a desconocidos y ajenos a “acompañar en el dolor” a quien lo padece en un momento. Sin embargo, poco a poco como las hojas de un árbol en otoño, se alejan y vuelve a sus vidas quienes estuvieron allí en un momento. Es comprensible.En los dos casos, parece que tanto el dolor como la alegría y otras tantas emociones, tienen fecha de caducidad para otros, quienes expresan frases como… - ¿Cuánto tiempo llevas así? ¡Supéralo!- ¿Otra vez con el mismo tema?- Ya se vuelve aburrido hablar con Ud.Socialmente está aceptado sentir, pero no tanto como para molestar al otro, ni tan poco que se parezca insensible. A un hecho feliz, debe sobrevenirle la emoción de que la vida es lo mejor, de no ser así la gente mirará raro, se extrañará y empezarán los murmullos. ¿Qué le pasa a este tipo? Es raro ¿No? Parece que las cosas tuvieran un tiempo establecido a la vieja usanza del Eclesiastés 3,1: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”; pero ni es cosa de Dios, ni del Tiempo, es cosa de “todos nosotros”.La vida cada vez más se asemeja a la televisión, de manera que todo se mide por gustos: Está bien si te gusta y por el tiempo que te gusta, pero está mal si no te gusta y más si dura mucho. No puedes hablar de lo mismo por mucho tiempo, porque te obligarán a callar y cambiar de tema. Se vuelve un motivo de reproche vivir la vida, sentirla, caminarla si no es por el sendero en el que “todos” indican.
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En este momento, no hay nada más valioso que el silencio para entender la vida desde el rincón que habitamos, una oportunidad para ver la vida lentamente, y valorar aún más nuestro existir, en silencio y en quietud, sin pensamientos.Referencias:
Imagen: Mujes en silencio junto a un barco. https://lamenteesmaravillosa.com/wp-content/uploads/2017/03/mujer-en-silencio-junto-a-un-barco.jpgImagen Buda: http://23.253.41.33/wp-content/uploads/10.208.149.45/uploads/2016/05/3258973193_7cc5e3009a_o.jpg