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Lentitudes

Publicado el 22 febrero 2012 por Rubydelfino
No sabéis cuánto siento el haber estado tan ausente durante esta semana, aunque he estado lanzando varios mensajes vía Twitter a todas las petardas que me seguís. El problema es que las bacterias han venido corriendo hacia mí, cual putones a Kiko Rivera. Resultado: Ruby ha estado pochito en cama toda una semana sin apenas poder moverse. Pero voy recuperando fuerzas, así que tenía que volver a actualizar esto porque sigo teniendo muchas cosas que contarte.
Fíjate que la recuperación ésta ha sido lenta de cojones. Yo me estaba ya tirando del pelo escrotal, a ver si así conseguía que se me bajara la fiebre. Tengo tantas placas en la garganta que parece una habitación acolchada esperando a cualquier Raquel Mosquera de turno en la López Ibor "queréis que me tire, verdad, queréis que me tire". Durante esta recuperación ha venido a verme mi amiga Latrice (pronúnciese Latrísss), a la que aún no conoces. No porque su vida esté llena de aburrimiento y desinterés (noooo, para nada), sino porque este es mi noveno capítulo y apenas he hablado de cuatro monos.

Lentitudes

Las lentitudes de Latrice

Bueno, la cuestión es que Latrice tenía novedades que contarme. Entre otras cosas, parece que su relación con Parker iba tomando forma. Algo que está muy bien, por supuesto. Aunque estaría mejor si hubiera tomado forma hace ya algún tiempo y... no tres años después de haber empezado a follar. Lo peor de tener faringitis es que, como apenas puedes hablar, estás obligado a escuchar. Y cuando escuchas... ¡Joder! La gente tiene muuuucho que contar. 
Latrice y Parker se conocieron en la Universidad. Están en tercero, así que imagínate lo que les queda aún. Y lo que me queda a mí. Mi amiga se tiró un año hablándome de su nuevo grupo de amigos universitarios, de este chico en cuestión, de que se lo había empezado a tirar, de que le gustaba pero no quería nada más con él... Yo tenía un montón de interés por esta historia, porque Latrice es de follar poco y cuando algo así ocurre es porque realmente los planetas se han alineado, la luna ha entrado en Sagitario y, además, "amigo Capricornio" es indiscutible number one en el ranking nocturno de Esperanza Gracia. Latrice tardó un año en enseñarme una puta y miserable foto de este chico, que por cierto pensaba que sería un buenorro de estos que los ves y sientes como tu esfínter evoluciona de Filipino a Donut en un nanosegundo. Nada más lejos de la realidad, querido. Pero yo, que apoyo más a mis amigos que Ortega Cano a la Laiker, mutis por el foro y aplaudo cual foca circense.
El tiempo fue pasando. Bueno, el tiempo. Los años, mejor dicho. Y se limitaban a follar, estudiar juntos, parar para volver a follar, seguir estudiando... Sin embargo, el discurso de Latrice iba cambiando poco a poco. Hasta que hace unos meses, cual Isabel Pantoja "hoy quiero confesar...", me soltó que no sabía exactamente lo que tenía con él, que quería más pero que él estaba bien así. Yo le contesté el típico consejo que, sí, efectivamente es típico, pero no por eso menos válido: "si vas a estar con él de una forma que no te satisface simplemente por tener cualquier cosa con él, vas a salir mal parada". Bueno, pues como una señal del cielo le llegó una enfermedad como la copa de un pino por la que tuvo que estar ingresada varios días. Cada uno de esos días ahí estaba Parker, visitándola para distraerla y contar las novedades del grupo de la universidad y sus cosillas. ¡¡Menos mal que no se la podía gincar!! Iba a tener la pobre sobredosis de gotero.
Sin duda, ese fuen un gran punto de inflexión. Cuando vino a visitarme, me dijo que en San Valentín se le había aparecido con una rosa en la mano. ¡¡Pero cómo se puede ser tan mono y tan feo a la vez!! Yo, en pleno silencio, porque parecía la Miss Muda de cualquier concurso de belleza que se precie, me emocionaba con sus palabras y recordaba el incidente de Kimberly y la barrigoncia de aquella fiesta del pasado año en San Valentín. Qué suerte tienen algunos y qué mala pata tenemos otros. Que encima me ha sentado mal el antibiótico y tengo diarrea. Con lo que yo hecho de menos dejar flotando un marronazo ahí, cual Whitney. En fin, que las lentitudes de Latrice al menos han llegado a buen término. Después de años, joder. Mis lentitudes siempre se quedan ahí, en desapariciones e inconcreciones que llevan al letargo y al tedio. Que bellas palabras. Bueno, te dejo, voy al baño, tengo un libro de Lucía Etxebarría que lanzar.

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