Y poner la radio desde tu ordenador. Tú en la cama fingiendo puro desacuerdo con todo lo que sonaba y yo diciéndote que aquello era un bendito encanto. Aquel autobús, aquel paraguas, aquel 3 de diciembre que no me decía nada, pero me lo contaba todo.
Esa canción la recordaré siempre como aquella vez. Aquella primera vez que la hicieron sonar, la primera vez que todo el mundo la escuchó y que la coincidencia quiso que aquella primera vez fuera en tu habitación.
Y entre aquellos momentos y estas canciones solo han pasado demostrativos que pasan inadvertidos. Estas cortinas a las 6 de la mañana, aquella ventana al garaje de tu casa. Estos discos que compré cuando te fuiste, aquellas canciones que te regalé para que te quedaras.
Todavía paso por la puerta de la casa, la que todavía solo distingo por aquellos jarrones en los balcones. Porque jamás me paré a mirarla con detenimiento, solo me dejaba llevar por las ganas que tenía de encontrarte allí dentro. Todavía paso por la puerta de tu casa y me da el mismo miedo encontrarte que no verte. Todavía escucho aquella canción y esta canción se acuerda de la primera vez que la escuché. Todavía.
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