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¿Nos trae el covid-19 menos privacidad?

Publicado el 29 marzo 2020 por Tzimize @tzimize

Terminamos otra semana de montaña rusa. Superaremos los sesenta mil casos diagnosticados, que probablemente sean más de un millón ya en nuestro país. ¿Por qué esa diferencia? No hay datos suficientes ni desagregados. Que los infectados sean tantos es una buena noticia. Nos dice que el virus es menos peligroso de lo que parece. También es un mala noticia. Para conseguir inmunidad de grupo necesitamos todavía mucha más gente. Y sin datos es complicado tomar decisiones. Pero esto es otra paradoja, porque obtener datos tiene sus implicaciones.

Un rastro de miguitas de datos

Son muchos los que aplauden estas medidas y otras semejantes de los países asiáticos , con China a la cabeza, por su eficacia. Pero al hacerlo, ¿consideran el impacto de estas decisiones en los derechos fundamentales? Tomándolas, ¿quedan garantizados? Esta duda nos toca ahora de cerca, porque el gobierno español, igual que muchas otras democracias afectadas por el COVID-19, han comenzado a rastrear nuestros teléfonos móviles . O a reconocer que lo hacen, que a saber. Y haciéndolo, rastrear y decirlo, cuestionan indirectamente los derechos constitucionales a la libertad de residencia, libre circulación y reunión. Sí, estamos en estado de alarma, lo que nos hace pensar de manera diferente en esta cosas... aunque quizá estamos en un estado de excepción no declarado . Pero más allá de la situación legal particular, vamos a los datos.

Somos del gobierno, venimos a ayudarle

El caso de Toronto, Canadá, resulta interesante por sus detalles. Su alcalde anunció en una entrevista que las empresas de telecomunicaciones estaban entregando los datos de los clientes al ayuntamiento para que los rastreasen. Al día siguiente se retractó de mil maneras, no lo estaban haciendo todavía . Lo relevante es que un político de una democracia avanzada lo comentara como si no importase, fuera lo normal, y no tuviera consecuencias. Y que cada uno de nosotros instalemos app dando el consentimiento sin leerlo ni saber qué estamos aceptando. Esta es la actitud mayoritaria. ¿A dónde nos conducirá?

Quizá al caso de Israel, que ha entregado directamente los datos de usuarios de móviles a su agencia de seguridad para que aplique colectivamente a todos los protocolos de lucha antiterrorista . "Somos una democracia", ha dicho Netanyahu, "y con esto estamos manteniendo el equilibrio entre derechos individuales y las necesidades de toda la sociedad".

Y las empresas privadas también

Contra todo eso lo único que podemos hacer es informarnos y dejar clara nuestra postura. La Agencia Española de Protección de Datos sacó el jueves este comunicado de ayuda al usuario sobre apps y webs de autoevaluación de coronavirus, tras muchas de las cuales se esconde malware. Esta otra guía aporta también una buena perspectiva general sobre las repercusiones en tu privacidad de las herramientas de teletrabajo.

¿Nos trae el covid-19 menos privacidad?

Los malos han estado poniéndose las botas

Mientras, los buenos aprovechaban la tecnología

Vivimos la época de la terminología de nombrecitos, y aquí hay uno nuevo: el Hackatón. Un maratón internacional donde se coordinan desde hospitales de todo el mundo para compartir soluciones rápidas que creen sustitutos caseros y efectivos de los EPIs.

Alibaba ha puesto en marcha una iniciativa para que los médicos de otros países se comuniquen con los médicos chinos y así la información fluya. Ojo, es información en la nube bajo leyes chinas: ni privacidad ni seguridad.

Así que usa cinco minutos y piensa qué haces con tus datos

Asusta ver todo lo que guarda Google sobre nosotros , y sorprende lo fácil que es borrarlo. Mucho más difícil resulta eliminar nuestro rastro de la red, a menos que seamos políticos a punto de entrar en el gobierno con ocho mil tuits molestos, o multimillonarios y logremos a base de dinero quitarlo todo. Bruce McMahn lo consiguió: únicamente se puede leer que se casó con su propia hija y fue juzgado por ello.

También asusta lo que nos podrían hacer si tuvieran nuestros datos o no tuviéramos transparencia. Esta semana será recordada en medios como la de Miguel Lacambra. Una cuenta creada el 14 de marzo en Twitter o Linkedin, con una bonita foto de un lozano y sonriente joven, obtenida de una página de imágenes generadas por AI, y alimentada durante poco más de una semana para hacerla crecer en seguidores pese a no tener casi contenido. La misma estrategia que los mexicanos de Victory Lab , el moneyball de los políticos; o los canales de Sinclair Network, todos ellos con sus presentadores leyendo el mismo mensaje a la vez ; por no hablar de nuestros #hashtag diarios, comenzados y comentados siempre de la misma manera por unos y otros. Todos ellos marcándose "un Lacambra". ¿Imaginan hacer eso mismo con un montón de datos sobre cada uno de nosotros? Lean el distópico cómic para más información.

Lo que definitivamente no conseguiremos será sustraernos a ese mundo nuevo que viene con el COVID-19. En opinión de Gideon Lichfield, editor jefe del MIT, el estilo de vida que conocimos no va a volver nunca. Según él, tendremos que aceptar al Gran Hermano.


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