Si me sigues por alguna red social, seguramente te habrás enterado del pino que taló un vecino. No quiero hacer spam o ser tomada como una puritana que necesita gritarle al mundo lo que decide o no hacer.
Quiero desahogarme. Porque hoy siento que el mundo, no nos va a durar mucho más. No me refiero a que tengamos que volver a la época de las cavernas, ni vengo a exigir a las grandes compañías que sea más conscientes. Cada uno, somos responsables de nuestras propias decisiones.
De eso quiero hablar. Desde la unidad mínima. De lo que ocurre en nuestro patio trasero o dentro de nuestras 4 paredes; de cómo somos conscientes de nuestro entorno inmediato… No de lo que hace una empresa a miles de kilómetros. Que de eso también hay telita, pero si no somos conscientes de lo que está en nuestras manos ¿Cómo pretendemos que otros lo sean?
Me refiero a uno, como individuo que toma decisiones cada día. Este mes he visto muy de cerca el egoísmo y la miseria humana.
Un vecino decide talar un pino -según la poli de 100 años- por ninguna razón aparente. Quizás le tapaba mucho el sol, y con este buen clima que hace, sus barbacoas a la sombra no eran un “buen plan”. Así que, él decidió talar el pino.
Y así, por puro egoísmo te cargas un árbol. Como poco le caerá una multa, ya que denunciamos su acción ante la policía. Justo sería que tuviese que sembrar 100 pinos, él solo en la mitad del campo.
Estos días de vacaciones, solemos ir al campo que rodea Guadalajara a caminar. No hay nada como respirar la brisa fresca con esos campos verdes y amarillos. O quedarse viendo a lo lejos, los conejos que corren a esconderse.
Fuimos sin nada más que un par de gafas para el sol. Nos devolvimos con un bolso que conseguimos tirado, lleno de basura: botellas, papeles, ropa, cartuchos de caza que iban apareciendo dolorosamente por nuestro camino ¿Qué puede pasar por la cabeza de alguien, que en medio de tanta naturaleza, decide botar su basura allí? ¿Acaso, es tan difícil volver con lo mismo que llevaste?
No puedo entenderlo. No puedo entendernos como humanidad. No puedo entender cómo rezamos al cielo pidiendo milagros, mientras tenemos una doble moral. Cómo exigimos a los políticos que no sean corruptos, cuando hacemos lo que nos sale de las narices cuando nadie nos ve.
Al final, somos nosotros versus… nosotros. No hay ningún enemigo, ni destinos poco fortuitos.
PD: algunas fotos son propias, y otras son tomadas de Jay Mantri
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