Tenía curiosidad por participar en un rally fotográfico y el pasado 2 de junio pude hacerlo: me presenté al 2º Maratón Fotográfico Nacional del FNAC. Sabía cual era la teoría de este tipo de certamenes pero quería probarme en uno, así que no dejé escapar la ocasión.
De esta forma el sábado por la mañana me presenté en el FNAC de Bilbao como otro centenar de fotógrafos dispuestos a hacer algo digno de mención. Al llegar mi turno, me hicieron entrega del tema y me encaminé a la calle a encontrar la inspiración. La fotografía tenía que tratar sobre “Una ciudad. Muchas culturas”.
Lo primero que me vino a la cabeza fue: fotografía urbana. Era tan sencillo como encuadrar a varias personas de distintas nacionalidades en una sola imagen. Además es el campo en el que más cómodo me siento y en el que más experiencia tengo. Sin embargo, mi memoria me convenció para que no siguiera por ese camino. Y es que en una ocasión formé parte de un jurado en un concurso de fotografía y lo primero que se hizo fue desechar las imágenes en las que aparecía gente, por el tema de los derechos de imagen. Así que, ¿quién me aseguraba a mi que en este concurso no fuesen a hacer lo mismo? Por lo que tuve que comenzar de nuevo.
Cansado de vagar por el casco viejo de la capital vizcaína esperando la inspiración me senté en las Calzadas de Mallona, que son unas escaleras de 1.745 que comunican el Casco Viejo con la Basílica de Begoña. Comencé a darle vueltas a la cabeza buscando un objetivo. Se me ocurrió algún escaparate en el que hubiera diversidad de objetos, pero podría estar dando vueltas sin llegar a nada. Hasta que finalmente encontré la solución.
Me acordé de una fotografía que realicé hace algunos años junto al Guggenheim, así que decidí comprar varios objetos que simbolizaran a diferentes países o continentes para englobar todas las culturas con el museo más conocido de Bilbao de fondo. Elegida la foto me puse a buscar objetos en tiendas, antes conocidas como “Todo a 100″. No creo que llegará a entrar en todas las que tiene la villa, pero me quedarían pocas por visitar.
Anduve y anduve sin descanso hasta encontrar cuatro figuras del mismo tamaño que me gustaran, quería como mínimo cuatro. Cuando las tuve en mi mano, cansado de tanto andar, me fui hasta el lugar elegido: el puente de madera que da acceso a la Universidad de Deusto. Saqué las piezas de mi rompecabezas particular, ajuste la cámara y disparé ante la incrédula mirada de los turistas que por allí pasaban. No necesité muchos disparos para conseguir mi objetivo.
Cuando tuve la foto deseada me fui al FNAC a entregar mi trabajo. Al hacerlo pude observar la cara de sorpresa de la encargada y ver de refilón algunas de las imágenes ya entregadas: la mía no se parecía a ninguna otra. La gran mayoría eran de fotografía urbana. Por un lado era positivo, pero también negativo, a ver si me había equivocado…
Dos semanas después se supo el veredicto del jurado, mejor dicho, tuve que rebuscar si había habido veredicto porque no estaba nada bien indicado por parte del FNAC. Tras mucho buscar pude ver la foto ganadora y comprobé que no andaba tan desencaminado con mi idea.
ENLACE: Fotografías ganadoras