Revista Fotografía

Probando una Bronica ETRsi

Publicado el 28 enero 2013 por Javierferdo

¿Es posible enamorarse de una cámara? Porque yo estoy enamorado de mi Bronica ETRsi. Es una máquina fantástica, me tiene hechizado. Es tan distinto a disparar con una cámara a las que estoy acostumbrado que me tiene atrapado, solo pienso en sacar fotos con ella, le está entrando celos a mi equipo digital.

hecha por Javier Ferdo

Mi romance con esta preciosidad comenzó hace un mes, más o menos. Estaba visitando un mercadillo solidario y cuando me iba a ir, sin haber comprado ni tan siquiera un libro, la vi. Estaba dividida en cuatro cajas, no sé porque me llamó la atención, supongo que sería un flechazo. Reconocí al instante que era una cámara. Me acerqué y la contemplé. Nunca había visto una Bronica, pero si una Hasselblad, y sabía lo suficiente como para deducir que este tipo de máquinas no se encuentran tan a menudo con todo el equipo al completo en un lugar como estos y en tan buenas condiciones: cuerpo, visor de cintura, un visor AE III Prism Finder E, un objetivo de 75mm, otro de 150mm, un parasol, empuñadura, chasis para el carrete de 120mm y dos pilas.

Estaba perfecta. Esa cámara prácticamente no había sido usada, como mucho habría disparado un carrete a lo largo de su vida, estaba nueva y decía mi nombre. Pregunté por el precio y en un principio, sin la información necesaria, me pareció cara. Al salir de allí me informé y me quedé anonadado: ese equipo valía cuatro veces más de lo que me habían dicho. Tras meditarlo durante una noche, en la que apenas pude pegar ojo, la compré.

La he probado y fotografiar con esta máquina es totalmente distinto. Lo que me tiene enganchado es mirar por el visor de cintura, es como verlo en una pantalla. Eso sí, a la hora de encuadrar es un poco desconcertante porque lo que tú ves a la izquierda en el visor está a la derecha y cuesta hacerse a ello. Este hecho, me hace verla como una cámara con la que hay que disparar con tranquilidad, es decir, que veo que su mayor potencial está en los retratos y en los paisajes. Aunque supongo que esto también puede ser debido a mi falta de práctica, a lo mejor después de haber disparado varios carretes con ella me veo haciendo fotografía de calle.

Lo primero que hice para probarla fue montar el carrete, lógicamente. En teoría es sencillo, en el chasis tiene una flechita en la que tienes que colocar una marca del carrete. Pero como ya me pasara con mi Holga 120N dije “y si no es esta la marca”. Así que seguí avanzando hasta que fue demasiado tarde, cuando vi aparecer el 1. Esto se debe a que cada carrete es hijo de un padre y cada uno pone la referencia con un símbolo distinto y al final me lían. Después coloqué el chasis en la cámara y para que la máquina reconozca el carrete y empiece el contador de imágenes a cero tienes que darle un par de vueltas a la manivela. Este incidente supuso que las cinco primeras fotos de 15 que se pueden hacer con este chasis no salieran, bueno, más bien las cinco últimas.

Para probarla me fui a dar una vuelta por Gaztelua, uno de los barrios de Abadiño. La primera foto se la hice a la puerta de un caserío, que no sé por qué siempre me ha gustado. Al ver el resultado se me ha ocurrido que tiene su sentido que lo primero que fotografiara fuera una puerta, estaba entrando en un nuevo mundo que me proporcionaba mi nueva cámara. He de confesar que en las primeras fotografías mi inexperiencia me hizo olvidar que tiene una lupa para enfocar mejor las imágenes y cuando me acordé me lamente bastante.

hecha por Javier Ferdo

Seguí caminando y el poder de la cámara (así es como lo veo yo) hizo que pudiera hacer la siguiente fotografía. He paseado por Gaztelua una infinidad de veces, pero siempre que he pasado la parcela con la furgoneta estaba cerrada, pero en esta ocasión la Bronica hizo que los astros se alinearán para que estuviera abierta. Sin pensármelo dos veces caminé unos cuantos metros entre el barro para colocarme frente al vehículo abandonado y retratarlo mediante mi visor de cintura. Después la hice también con la compacta digital, pero no tiene el mismo encanto.

hecha por Javier Ferdo

Cuando pensé que el destino ya me había regalado esta fotografía ignoraba que me tenía otra preparada. Tras haber avanzado unos cuantos metros más, junto a un baserri abandonado había una campa en la que había cuatro ponis. Tres de ellos se colocaron junto a la valla posando para mí. Sin embargo, mi sorpresa fue mayor cuando el del medio abría la boca como si estuviera riéndose o bostezando. Al conseguir un encuadre que me gustaba esperé a que ese singular poni volviera a abrir la boca y poco antes de desistir en mi empeño se rió, como si se hubiera acordado de un buen chiste que le habían contado el día anterior, no dejé escapar la oportunidad y disparé.

hecha por Javier Ferdo

Seguí haciendo fotos con la cámara hasta realizar las 15 tomas, aunque las cinco últimas como ya he comentado no salieron. Este carrete además de mi estreno con la Bronica fue el primero que he revelado. Este año me he hecho socio de la asociación fotográfica de F-stop Durango y el compañero Alberto Agustín me enseñó el pasado jueves a revelar. Así que se puede decir que por primera vez he hecho todo el proceso de la fotografía, porque posteriormente también las “scaneé” mediante mi cámara digital y la ventana de mi habitación.

Sin lugar a dudas esta cámara se ha ganado un lugar destacado en el pódium de mi colección, ha sido el primer carrete de muchos. El único inconveniente que tiene es su terrible peso, entera anda alrededor de un kilo y medio, y eso sin la montura de agarre y el visor de ojo.

Probando esta máquina me tenía tan enganchado que antes incluso de ver los resultados había creado este blog “Mi Bronica y yo” con la intención de ir publicando en él la gran mayoría de nuestras excursiones. Es un espacio dedicado a las imágenes que iré sacando con ella, sin responder a ningún patrón ni un género, simplemente lo que vaya captando mediante ella por el visor.

Mi Bronica y yo


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