Me encantan los retos literarios. A veces me pongo alguno a mí misma para dar lo mejor de mí, porque si no es que no soy feliz. Me gusta ponerme a prueba, lo disfruto. Y hace dos meses, el uno de enero, comencé un reto literario personal.
Bien, vengo a comentar lo de este reto por aquí porque me ha llevado a una reflexión muy interesante. Empecemos.
Con la corrección de proyecto*ilusión estoy yendo lenta porque me estoy releyendo la historia para saber por dónde meterle mano. Lo más normal y lógico del mundo, vaya, cualquiera haría lo mismo en este caso. Pero, además de eso, ando tan distraída con el proceso y tengo la cabeza en otra parte, que no estoy escribiendo casi nada.
Y aquí entra en juego mi reto, pues es el que está haciendo que gaste papel sin parar, que corra la tinta y que no exista el silencio opresivo de la hoja en blanco.
Mi reto, o proyecto (según se mire), es algo “parecido” al NaNo: escribir algo, lo que sea, y el objetivo son las cuatrocientas palabras diarias como mínimo. La idea no es hacerlo un mes, como el NaNo, es hacerlo a lo largo de un año entero.
Trescientos sesenta y cinco días.
Casi nada, ¿eh? Es algo duro, pues a veces cuesta sacar tiempo y ganas para ello. Y no, no me estoy permitiendo eso de “si hoy no escribo, recupero mañana, escribo el doble” (soy así de masoca, qué le vamos a hacer). Así que, aunque sea algo corto, lo escribo a diario en mi cuaderno. Y me enorgullezco por ello.
En resumen, un reto entretenido, sin otro propósito que el de hacerme un hábito diario de escritura y esquivar, así, la hoja en blanco. Algo que precisa bastante disciplina pero que puede ser efectivo para pensar en otras cosas, despejar la mente y ponerme a ello de alguna forma.
Llevamos cincuenta y nueve días de año, desde el uno de enero. Dos meses. Y en todos estos días he escrito, en total, la friolera de 20565 palabras.
Ante tan gran cifra no he dejado de pensar algo: si dedicase un ratito al día, por corto que sea (en vez de “atracones” ocasionales), en escribir el mismo número de palabras (cuatrocientas, recordemos) de una novela, podría terminarlas antes, escribiendo a diario, y sin frustraciones de hojas en blanco ni nada de eso. Un folio, o las palabras que salgan, pero escribir algo, lo que sea, aunque sea un poco.
Se ven resultados con este método. Y gusta mucho más cuando te das cuenta de ello.
Por todas esas palabras que ya han salido a lo largo de este tiempo. Y por las que quedan por salir. Esta entrada va por ellas.
♫ Suena: Hangar 18 - Megadeth
