Más información
Poco a poco estoy descubriendo que cada vez soy más exigente con el género romántico. Me encanta y lo consumo. Es mi momento de desconexión, de soltar emociones, de mamarrachear... Pero me estoy dando cuenta de que, la gran cantidad de grandes historias que está dando, me hace estar subiendo despacito y sin darme cuenta el listón. Mabel Díaz es una grande del género y la admiro profundamente, pero Seduciendo a un ángel no ha conseguido cumplir con dos de mi requisitos fundamentales: darme personajes con los que conectar y emocionarme con la historia (del modo que sea, llanto, risa...).
Me quito el sombrero ante los temas que pone en la palestra: la competitividad en redes sociales, la solidaridad, la superación personal a muchos niveles (complejos, reconducción de una mala vida...), pero el desarrollo de los mismos me ha dejado indiferente, tal vez porque me ha costado creerme ciertos comportamientos (demasiado buenos o terriblemente maliciosos) y algunos cambios (un tanto repentinos o logrados con sencillez).
En definitiva, Seduciendo a un ángel es un new adult ligero (se lee en un suspiro), con una ambientación muy atractiva (aunque no esté muy desarrollada) que acerca temas interesantes. La pena es sentir que no me ha llegado lo suficiente.