Siete días, como es lo normal en estos casos, me han tenido casi, casi, fuera del mundo consciente los pérfidos virus gripales invasores. Sin embargo, finalmente, mis bravos e incansables leucocitos les han dado matarile y ya no queda rastro de ellos, a no ser por los restos que ha dejado en mi cuerpecillo serrano tan cruenta batalla.
Claro que lo peor al final creo que fue el remedio que la enfermedad. Vamos, que el jarabe tomado casi me mata. Me tuvo 48 horas sin ser yo, muerta de sueño por los rincones, drogada total y con un dolor de cabeza de mil pares de cerebelos. Menos mal que me di cuenta y dejé de tomármelo, si no igual me convierto en un clon de Jack Nicholson en "El Resplandor". ¡Puñetera codeína!
Pasa un feliz fin de semana otoñal y mucho ojito con los "malvados viruses". Eso sí: ya me ahorro la vacuna de la gripe estacional, jejejejeje.