Revista Diario

Vistas

Publicado el 21 marzo 2011 por Julio

Hoy se despertó como los últimos cinco días, mucho antes de lo normal y con  la sensación de que algo le falta, algo se olvida. Despacio, para no despertar a su mujer inicia los pasos de baile que sigilosamente le llevarán a la cocina en busca de café, que se desvele no quiere decir que no necesite ayuda para despertar del todo.  Sobre la mesa de la cocina encuentra las hojas desordenadas que forman las raíces de su tercer libro, las mira de reojo y en un impulso poco habitual en él las coge todas con una mano y apretándolas en el puño hace una pelota que sin dejarla de mirar lanza a la basura.  En el principio del impulso creía que ese gesto, tan melodramático le aliviaría de la ansiedad que le está provocando escribir la “novela maldita” como él la llama, pero nada más cercano a la realidad, en cuanto ha visto caer los papeles en el cubo de la basura ha sentido el suelo temblar y ha tenido que cerrar los ojos. Las puede recoger, pero interiormente, aunque esté muerto de miedo, lucha por frenar ese sentimiento de recuperar lo que ya sabe, es basura.Se sienta en la silla mirando a lo lejos la cafetera gotear y se pasa la mano por la frente perlada de sudor, el estrés lo va a matar. Con la misma sensación de vacío que al principio pero con un miedo que le invade el cuerpo por lo que ha realizado, mira por la ventana, primero ve su propio reflejo en el cristal hasta que se percata de lo que le está llamando a lo lejos, un sol que tímidamente se despereza en un cielo de fuego. Resulta extraño, son muchos años lo que lleva viviendo en esa casa y es la primera vez que se percata de tan inmensa maravilla. Hipnotizado, mira el despertar del mundo, olvidando todo lo que le hacía temblar hace escasos diez segundos. VistasUna idea le viene a la cabeza, debería escribir sobre las vistas recién descubiertas. Nunca escribió sobre las sensaciones que le trasmitía la naturaleza, siempre ha sido un hombre de asfalto y no se fijaba en árboles y demás. Su primera novela la escribió casi llevado por la ira, en ella retrató a su exmujer como un ser egoísta y deplorable que utilizaba el sexo para conseguir los objetivos, lo exageró todo de tal forma que ella nunca llegó a pensar que la mujer fatal de “La serpiente” era ella. Tuvo gran éxito, un éxito tardío e inesperado, nunca pensó en escribir pero el dolor de aquellos días le llevó a soltar toda su frustración con el disfraz de las palabras. Su segunda novela, fue un encargo más que otra cosa, debía escribir la historia paralela del primer libro, sobre un hombre egoísta, cosas de la editorial, para que no lo tacharan de machista. Sabe que esa petición se la hicieron cuando presentó una avance de lo que él quería escribir en realidad, una segunda parte de la primera novela donde se ensañaba más con la protagonista, tanto que en la presentación a su editor, la cara de odio asustó a todos los presentes. Su segunda novela no logró tan buen resultado como la primera y rescindieron su contrato de cinco novelas en diez años.  Tampoco fue un duro golpe para él, no era su profesión, pero en los últimos meses había sentido las ganas de volver a escribir, su vida había cambiado por completo, conoció a la que ahora es su esposa y tuvo una hija que hacía que sonriera todas las mañanas, el problema era que si no estaba dentro de la ira y la rabia no encontraba inspiración, no sabía comenzar un camino para plasmar lo que sentía, tampoco había escrito nunca sobre cosas alegres, por lo que su situación de felicidad hacía más difícil encontrar un tema en el que descargar todas sus emociones. La tarde le trae un regalo que le deja con la boca abierta, desde el salón de su casa descubre que también el mundo anochece, y lo hace convirtiendo el cielo en un lugar mágico, asombrado, corre rápido a coger la cámara de fotos e inmortaliza el momento. Nunca había visto un cielo tan intenso en la despedida del sol.  Es como si hubiese aterrizado en la tierra y de repente hubiese descubierto las imágenes que todos vemos a diario, es como una nueva comunión con la naturaleza.VistasEsa misma noche prepara el despertador para levantarse justo en el amanecer y deja preparada la libreta donde piensa escribir lo que le inspire el amanecer.No suena el despertador pero él lleva rato mirando por la ventana, está nervioso, tres cafés corren ya por sus venas, no para de dar vueltas, es como si invocase al sol para que saliera a su encuentro, todos los nervios que tiene le despistan y no ve que los primeros rayos aparecen sobre el paisaje con un dorado tan intenso que tiñe el cielo de oro.  Cuando ya lo mira, el sol ha despertado del todo y en todo su esplendor se convierte en el gigante foco que deslumbra a quien lo mire. Absorto, se queda quieto viendo su lento caminar y olvida el cuaderno, el libro y el objetivo. No puede parar de mirar y así se queda durante dos horas, hasta que su mujer una vez despierta le toca el hombro y le hace salir del estado en el que estaba de un salto. Cierra los ojos y descubre que la imagen se ha quedado grabada dentro de su cabeza, coge la pluma e intenta escribir sin ningún resultado, está tan deslumbrado que ni se preocupa. La imagen de ese sol dorado duerme en sus entrañas y le calma.VistasA la mañana siguiente el mismo ritual, pero hoy está más relajado, con el café en la mano se sienta mirando directamente al sitio que en breves momentos aparecerá el sol. Hoy vuelve a hipnotizarlo, pero cada vez se siente más calmado, cada vez olvida más su objetivo. Es la excusa perfecta para no escribir, nunca lo quiso hacer, pero los meses del éxito de su primera novela fueron muy excitantes, no quiere crear, quiere que lo admiren, pero hoy no puede, es él el que admira. VistasAsí un día tras otro, se sienta en el mismo lugar a la misma hora y espera lo que siempre ocurre, incluso en los días grises y nublados está en el mismo sitio viendo lo que ya sabe de memoria, lo que tiene grabado en el fondo de sus ojos. Así pasa su vida ahora, es como una estatua que no quita ojo de la luz de la mañana, durante horas no mueve un músculo, cuanta más belleza ve, más gris es su mirada. Ha olvidado por completo su libro, su objetivo, ya no quiere escribir. Ha olvidado sus intereses, incluso a su familia que parece que ya no lo necesita. Vive para ver, hoy es ese hombre triste al que solo se le iluminan los ojos cuando está mirando las vistas que le da y quita la vida. Relato inspirado por las maravillosas fotos de José Ramón Verdejo, muchas gracias por dejarme utilizar tus vistas. 


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