Revista Diario

Sobre mi suegra

Publicado el 23 agosto 2020 por Anamarinosa

El otro día le pregunté a mi suegra que cuando podía dar esquinazo a mi suegro, para que nos fuéramos a comprar bragas y a charlar de nuestras cosas. Es que el apocalipsis me pilló con las bragas muy feas, y quiero estar preparada por si las moscas. 

Ella me dijo que le daría esquinazo cuando se muriera, que antes iba a ser complicado porque el hombre es muy pesado y se empeña en ir con ella a todos los sitios por si le pasa algo. A mí se me heló un poco la sangre un rato, y luego le dije que cambiábamos las bragas por cuadros y me la llevé al Reina Sofía a que viera Picassos. No sé yo si ganamos con el cambio, que igual sí, pero no lo sé. 

El caso es que a mi suegra le pasan cosas muy raras. Va todos los días a tomar café a un chino que se llama Pin, porque ella es de las de antiguamente, de las del café a las diez y a las cinco. Pin está en un bar de esos de toda la vida, de los que ahora en Madrid tienen chinos dentro. Total, que se pega allí un rato y luego se da un paseo y compra lo que haya que comprar, porque todos los días hay que comprar algo. Que si cincuenta y cuatro latitas de mejillones, que a mí me gusta tener siempre de más por si acaso, que si setenta y tres litros de leche, que como caduca para largo siempre es mejor tener. Esas cosas de mayores que se están perdiendo.

El otro día se peleó con el teléfono móvil, que no es de esos de tocar ni nada, que es de los que tienen tapa para que cuelgue cuando se cierra con las teclas grandes. Pues lo bloqueó, y cuando fue a la tienda a preguntar le dijeron que no podían hacer nada porque esa línea no estaba a su nombre. 

A ver, que digo yo que lleva usando ese número más de siete años, con sus recargas cada dos o tres meses, con sus cosillas, con sus llamadas que hace y con las que recibe. Siete años, uno tras otro, con su días y sus meses. Pues no, no se pudo hacer nada para recuperar el teléfono. 

Resulta que al darle de alta cogieron el nombre, los apellidos y el DNI de una señora que pasaba por allí y se los cascaron al número de mi suegra. Si ella se llama Fulanita Fernández González y su DNI acaba en tres, el número está a nombre de Menganita Pérez Gómez con un DNI acabado en siete. 

Mi Jorge, que es al que le tocó ir a pelearse un rato, flipó un poco con las explicaciones del de la tienda. A ver, que ya sabe usted que estas cosas pasan, que claro, que vete a saber tú ahora dónde está Menganita Perez Gómez para que venga aquí a desbloquearle el móvil a la madre de usted, que igual esta señora está hasta muerta y todo y va a ser muy complicado. Casi mejor llame usted al catorce no sé qué y ponga una incidencia, o mejor nos hace otro contrato nuevo con las tarifas de hoy, que son más caras de las de hace siete años, y aquí paz y después gloria.

Que digo yo que si luego terroristas árabes y esas cosas. Madre mía, igual es que me marché y no he vuelto del todo. Pero no me acostumbro, de verdad que no me acostumbro. 


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