Sobre calefacciones y denuncias

Ayer me vi en el gimnasio haciendo abdominales como una posesa, mientras escuchaba "Suspiros de España" por Estrellita Castro (el pasodoble) y se me abrieron un poco las carnes. Eran las siete menos cuarto de la mañana, a veces estoy muy loca y ha sido una semana dura, todo hay que contarlo.
Porque mi Jorge y yo a veces vamos al gimnasio a las seis y media de la mañana para que luego nos dé tiempo a todo. Aquí pasan tantas cosas tan rápido que cuando te has descuidado son las ocho de la tarde, te tienes que poner a hacer la cena, y la comida basura no se va de la tripa sola. Que la comida basura es muy mala y está muy buena, que para mí que crea un poco de adicción y eso está estudiado, porque una vez que empiezas es un no parar y no puede ser.
Bueno, que me lío.
Esta semana he aprendido una cosa superchula que puedes hacer si los que te alquilan una apartamento no encienden la calefacción: denunciarlos. Ni pollo preventivo ni leches, llamas al ayuntamiento, te ponen con un inspector, el inspector te escucha, va a los apartamentos, les dice a los que mandan en los apartamentos que no sean malos y los de los apartamentos llaman corriendo a siete personas diferentes para que piensen qué pasa en tu calefacción y por qué no se enciende.
Todavía los tengo pensando, pero como han subido las temperaturas pues tampoco me importa mucho; además me han dicho que, mientras terminan de pensar, me prestan tres radiadores eléctricos, como el que tenía mi abuela todo el invierno al lado de la mesa camilla.
Es que puedes ponerles un "no sé qué" en los juzgados que les complica la vida. Ese "no sé qué" es para decir que estás pagando un alquiler, pero que los que te lo cobran no te dan a cambio un sitio con las condiciones mínimas de habitabilidad. El juzgado se cabrea con los malos, se queda con tu dinero del alquiler, y se lo da a los malos cuando arreglan lo que esté mal. Y contando con que tengo derecho a tener calefacción en mi casa desde el 15 de septiembre al 15 de mayo (a más de 21 grados) hagamos la cuentas.
Eso sí, me lo estoy pasando bomba mandando correos para tocar las narices. Sin discutir ni nada, que está feo y luego la amiga de mi madre me regaña por estar enfadada todo el rato. Última hora de la calefacción a las siete de la tarde; todos los radiadores apagados y 12 grados fuera. Última hora de la calefacción a las seis de la mañana; todos los radiadores apagados y 7 grados fuera. Y así día tras día. es muy relajado.
Mientras la que manda en los apartamentos a lo suyo, que están haciendo todo lo que pueden, que es que hay una burbuja de aire de dimensiones bíblicas en algún sitio y no hay manera de encontrarla, que gracias por la paciencia, que es usted muy maja por tener paciencia pero que de verdad estamos pensando mucho en ver qué es y seguro que pronto pronto lo encontramos.
La vida en América a veces es maravillosa.